La palabra «ángel» proviene del latín angelus, que significa «mensajero de Dios». El latín proviene del griego ἄγγελος ángelos, que es una traducción del hebreo mal’ākh, que significa «mensajero», «delegado» o «embajador». Cuando se trata del término «arcángel», la palabra incluye el prefijo «arco», que se usa para denotar algo como «jefe» o «principal». Un «arcángel», por lo tanto, es un «mensajero principal» de Dios. Los arcángeles reciben los mensajes más importantes que deben entregarse a los humanos. Tal fue la tarea de san Gabriel, por ejemplo, cuando le dio la noticia a María de que ella iba a dar a luz al Mesías. A san Miguel lo encontramos en la sagrada Escritura sobre todo en el libro de Daniel, en la carta del apóstol san Judas Tadeo y en el Apocalipsis con su función de defendernos de las garras del enemigo. San Rafael se nos presenta, sobre todo en el libro de Tobías, como el ángel a quien está encomendada la misión de velar y curar.
Hoy es un buen día para ver y agradecer lo que los arcángeles hacen por nosotros también. Ellos tienen un papel importante en nuestro camino hacia la salvación y hay que preguntarnos: ¿Cuál es mi relación personal con los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael? Acostumbrémonos a encomendarnos a los arcángeles y honrémoslos para que no dejen de asistir a la Iglesia como defensa y protección, como alegre anuncio de la presencia de Dios en nuestras vidas y como luz que sana nuestros ojos. Agradezcamos a Dios el don de estos poderosos amigos e invoquémosles como protectores celestiales, juntamente con aquella que es Reina de los Ángeles, para nuestro bien y el de toda la Iglesia. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!
Padre Alfredo.
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