domingo, 25 de septiembre de 2022

«Lázaro y el rico epulón»... Un pequeño pensamiento para hoy


Hoy escribo lentamente y consulto muchos datos para hacer mi reflexión en torno al Evangelio de este domingo (Lc 16,19-31) que nos presenta el pasaje de Lázaro y el rico epulón que muchos de nosotros conocemos. El tema pone el dedo en la llaga de una situación terrible que cada vez se hace más dolorosa en la humanidad y que no podemos hacer a un lado. Es claramente evidente —no se puede tapar el sol con un dedo— el gran abismo que en nuestra sociedad materializada y atrapada por el consumismo exagerado, existe entre ricos cada vez más ricos y pobres cada vez más pobres. Así lo afirmaba ya hace muchos años el documento de Puebla (Documento de Puebla n. 31 en 1979). Hoy sabemos que el 10% de la población del planeta tiene el 76% de la riqueza del mundo y que la mitad de la población mundial posee sólo 1% de la riqueza. Hay que leer con detenimiento este pasaje del Evangelio de hoy que nos abre los ojos a una realidad, no podemos ser egoístas si es que queremos alcanzar la salvación y llegar a contemplar al señor cara a cara.

Hay datos que nos dicen que los 10 hombres más ricos del mundo duplicaron su fortuna desde el inicio de la pandemia y que, al mismo tiempo, los ingresos del 99 % de la humanidad empeoraron a raíz del Covid-19. Hay pruebas evidentes de que esta crisis del Covid-19 ha exacerbado las desigualdades entre los ricos y el resto de la población. La desigualdad económica causa la muerte de una persona cada 4 segundos por falta de alimento o medicinas, sobre todo. Si los 10 hombres más ricos gastasen un millón de dólares diarios, agotar su riqueza conjunta les llevaría 414 años y si estos hombres perdieran el 99,999 % de su riqueza mañana, seguirán siendo más ricos que el 99 % de las personas del planeta. Los hombres más ricos del mundo son, en primer lugar, Elon Musk, fundador de Tesla y del servicio espacial SpaceX, con una fortuna de 258 millones de dólares. A él le sigue Bernard Arnault, quien posee un conglomerado de importantes marcas como Louis Vuitton. En el tercer puesto está Jeff Bezos, fundador de Amazon. Luego Bill Gates, creador de Microsoft. Y en el quinto lugar, Larry Page y Serguéi Brin, creadores de Google... 

Nosotros, por supuesto, nunca figuraremos en esa lista, pero no nos falta honra, casa vestido y sustento —lo pedimos siempre a la Divina Providencia— pero eso no quiere decir que podamos pasar por el mundo sin mirar al que tiene menos y necesita más y quedarnos cruzados de brazos. El rico epulón —cuyo nombre no figura en el relato, pero sí el de Lázaro— eso hizo y no se dio la oportunidad de ver más allá de la puerta de su casa. Pidámosle a nuestro Dios siempre misericordioso y compasivo, que no esquivemos las situaciones de pobreza a nuestro alrededor. No es casualidad que el nombre de Lázaro signifique: «El Señor ha ayudado». Ese es un recordatorio para nosotros, en esta parábola, de que ninguna persona pobre es invisible para Dios. Cada persona necesitada que topamos en la calle y aún a veces hasta en nuestro círculo familiar o de amigos, es conocida por su nombre y amada por Dios. ¿Cuál es la última vez que, al hacer una caridad, preguntaste a esa persona por su nombre? Que María Santísima nos ayude a abrir siempre los ojos ante el necesitado de dinero, de escucha, de atención. ¡Bendecido domingo!

Padre Alfredo.

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