Hay datos que nos dicen que los 10 hombres más ricos del mundo duplicaron su fortuna desde el inicio de la pandemia y que, al mismo tiempo, los ingresos del 99 % de la humanidad empeoraron a raíz del Covid-19. Hay pruebas evidentes de que esta crisis del Covid-19 ha exacerbado las desigualdades entre los ricos y el resto de la población. La desigualdad económica causa la muerte de una persona cada 4 segundos por falta de alimento o medicinas, sobre todo. Si los 10 hombres más ricos gastasen un millón de dólares diarios, agotar su riqueza conjunta les llevaría 414 años y si estos hombres perdieran el 99,999 % de su riqueza mañana, seguirán siendo más ricos que el 99 % de las personas del planeta. Los hombres más ricos del mundo son, en primer lugar, Elon Musk, fundador de Tesla y del servicio espacial SpaceX, con una fortuna de 258 millones de dólares. A él le sigue Bernard Arnault, quien posee un conglomerado de importantes marcas como Louis Vuitton. En el tercer puesto está Jeff Bezos, fundador de Amazon. Luego Bill Gates, creador de Microsoft. Y en el quinto lugar, Larry Page y Serguéi Brin, creadores de Google...
Nosotros, por supuesto, nunca figuraremos en esa lista, pero no nos falta honra, casa vestido y sustento —lo pedimos siempre a la Divina Providencia— pero eso no quiere decir que podamos pasar por el mundo sin mirar al que tiene menos y necesita más y quedarnos cruzados de brazos. El rico epulón —cuyo nombre no figura en el relato, pero sí el de Lázaro— eso hizo y no se dio la oportunidad de ver más allá de la puerta de su casa. Pidámosle a nuestro Dios siempre misericordioso y compasivo, que no esquivemos las situaciones de pobreza a nuestro alrededor. No es casualidad que el nombre de Lázaro signifique: «El Señor ha ayudado». Ese es un recordatorio para nosotros, en esta parábola, de que ninguna persona pobre es invisible para Dios. Cada persona necesitada que topamos en la calle y aún a veces hasta en nuestro círculo familiar o de amigos, es conocida por su nombre y amada por Dios. ¿Cuál es la última vez que, al hacer una caridad, preguntaste a esa persona por su nombre? Que María Santísima nos ayude a abrir siempre los ojos ante el necesitado de dinero, de escucha, de atención. ¡Bendecido domingo!
Padre Alfredo.
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