Jesús descubre la falsedad y la manipulación que los letrados y fariseos hacían de la ley y los combate con fuerza. Sobre todo enseña a la gente sencilla a no ser como aquellos que han cambiado el sentido de la Ley en Israel. Luego también da una lección a sus seguidores: la lección del servicio, un servicio que no busca sino que el hermano y la hermana se sientan dignificados. El servicio que Jesús plantea supera la falsedad de vida a la que había conducido el legalismo judío, que admiraba a cualquiera que vociferara la ley de memoria, de dientes para afuera. La grandeza en la nueva forma de vida inaugurada por Jesús se basaba en el servicio, en especial a los más pobres, a los sencillos, a los que no tenían ningún privilegio.
La cuaresma nos ofrece una muy buena oportunidad de hacer vida esta práctica a la que Jesús nos invita. Es un tiempo para ver por los hermanos, para hacer algo por los demás y no quedarse solamente con las prácticas externas que este tiempo litúrgico nos ofrece. Sigamos caminando en sencillez y generosidad en estos días. Vivamos la cuaresma con intensidad de la mano de María. Ella, la Madre de Dios que es especialista en la sencillez y el servicio nos ayudará. ¡Bendecido martes!
Padre Alfredo.
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