domingo, 13 de marzo de 2022

«En cuaresma hacia la pascua»... Un pequeño pensamiento para hoy


Seguimos en nuestro caminar de cuaresma y siempre, cada segundo domingo de cuaresma, se lee el evangelio de la transfiguración del Señor. Hoy san Lucas nos narra la escena (Lc 9,28-36) en la que Jesús se muestra glorioso, resplandeciente, lleno de triunfo ante sus apóstoles más cercanos. Esta escena nos anima a seguir caminando hacia la Semana Santa en la que acompañaremos a Jesús en su pasión y muerte para llegar a la gloria de su resurrección. En la cuaresma acompañamos a Jesús que sube a Jerusalén. Pero el sentido de la cuaresma es la pascua de resurrección, el sentido del camino que sube a Jerusalén no es la muerte sino la vida; pasar de la cruz a la luz. Para que no nos olvidemos nunca de ello nos detenemos en la montaña, y para que este sentido se realice descenderemos al valle y seguiremos adelante hasta que todo se cumpla.

Los cuarenta días de la cuaresma constituyen una invitación permanente a subir a lo alto de la montaña, junto con el Señor y en compañía de sus discípulos más cercanos. En cuaresma nos dedicamos más a orar, a dejarnos invadir por el poderoso resplandor de la presencia luminosa de Dios. En la soledad de la montaña —en la intimidad de nuestro corazón— es donde el Señor se manifiesta a los que le seguimos, donde nos descubre el resplandor de su rostro. Junto a Jesús, en la transfiguración, aparecen Moisés y Elías. Moisés nos recuerda los 40 años que pasó Israel en el desierto fueron cuarenta y también nos trae a la mente los cuarenta días y cuarenta noches que —como Jesús en el desierto— pasó en el Sinaí. Elías caminó hacia el monte Horeb también por espacio de cuarenta días y cuarenta noches. La coincidencia en el número cuarenta denota su densidad simbólica. Conviene saber que este número es símbolo de preparación, por eso nosotros también vivimos cuarenta días para prepararnos a la pascua. Además las seis semanas que contiene la cuaresma son imagen de la vida temporal; mientras la siete de las cincuentena pascual simbolizan la vida futura, la vida eterna. 

En la larga y a veces ardua caminata con Jesús en esta cuaresma, no nos faltará —como no les faltó a Pedro, Juan y Santiago— el sentimiento profundo de la presencia del Señor con nosotros; incluso, en medio de la niebla monótona de la vida o de las tempestades que nos hacen temblar, como la pandemia y la guerra entre Rusia y Ucrania que parece querer extenderse, descubrimos la luz que nos revela la realidad más profunda de nuestro mundo: Dios está con nosotros, Dios ha hecho alianza definitiva con los hombres. Este tiempo de cuaresma, ¿no podría ser un tiempo favorable para descubrir, mediante la oración, el ayuno y la limosna, además de un estilo de vida más atento al fondo de las cosas, que vale la pena seguir. Con María Santísima sigamos recorriendo este andar y llegaremos gozosos a la fiesta de la pascua del Señor. ¡Bendecido domingo!

Padre Alfredo.

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