Pero ahora, en este trozo de su libro, se ve envuelto en una persecución. Le acusan de «perturbador del orden» y espían sorprenderle en algo de qué acusarle, para acabar con él y desentenderse de su palabra. Por otra parte, no pueden dejar de reconocerlo como profeta, pero se dicen que si acaban con él, no van contra el profetismo, ni contra las instituciones religiosas que regían a Israel; y es que ellos querían esas instituciones, pero de modo que pudiesen utilizarles a su antojo teñido de religión.
Jeremías nos ayuda a entender lo que le sucedió a Jesús con la gente de su tiempo. Jeremías es consciente de haber trabajado y hablado en favor de sus compatriotas. Todo lo que obró y dijo era en beneficio de ellos. Y he aquí que se vuelven contra él. Resulta ser el misterio mismo de la Pasión de Jesús, vivido con anterioridad. Esas palabras de Jeremías, podrían ponerse en los labios mismos de Jesús en la cruz. Sigamos avanzando en esta cuaresma, de la mano de María, hacia la pascua con ayude de Jeremías y los demás profetas que nos llevan a Cristo. ¡Bendecido miércoles!
Padre Alfredo.
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