lunes, 28 de marzo de 2022

«Un cielo nuevo y una tierra nueva»... Un pequeño pensamiento para hoy


Ayer celebramos en nuestro caminar de la Cuaresma el «Domingo Laetare», un día para reflexionar en que este camino de oración, sacrificio y limosna nos lleva a la alegría de la Pascua para resucitar a una vida nueva en Cristo Resucitado. Hoy, en el fragmento de la primera lectura de la Misa, el profeta Isaías nos habla de una nueva creación. Dios hace nuevas todas las cosas, colmando a su pueblo de vida, de alegría, de conciliación (Is 65,17-21). 

La Iglesia primitiva —es decir, los primeros cristianos— confiesa, como atestiguan los escritos del Nuevo Testamento, que con la muerte y resurrección de Jesús ha comenzado ya la nueva creación, los «cielos nuevos y la tierra nueva»; tal comienzo es imperceptible, pero no se detendrá. La creación antigua sigue existiendo, pero la nueva se ha impuesto y desplaza cada vez más a la primera. La historia humana sigue dominada, en gran parte, por el pecado, la corrupción y la muerte; pero algo va cambiando. La convivencia del lobo y del cordero significa que el odio y la hostilidad deben dar paso al amor; la injusticia, al derecho. De hecho, los «cielos nuevos y la tierra nueva» de los que habla Isaías consisten en una nueva relación con Dios y en una nueva justicia con los hombres. Esta existencia ha sido diseñada por el mismo Jesús. Quien sigue sus pasos es una nueva criatura: «El que está en Cristo es una nueva criatura; lo viejo ha pasado; mirad, existe algo nuevo» (2Co 5,17).

Dios está siempre proyectando un cielo nuevo y una tierra nueva, porque Dios quiere que el hombre y la sociedad vuelvan al estado primero de felicidad, equilibrio y armonía. La Cuaresma nos sirve, como tiempo propicio, a trabajar en la conversión para alcanzar esa novedad de vida. ¿Cómo estamos viviendo esto en este tiempo privilegiado con ayuda del ayuno, de la oración intensa y de la limosna que podamos ofrecer? Que María Santísima nos ayude a no perder de vista los cielos nuevos y la tierra nueva resucitando a una nueva vida en la Pascua. ¡Bendecido lunes!

Padre Alfredo.

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