Este fragmento del evangelio nos ayuda a ver qué tan ancho es nuestro corazón. Nos ayuda a ver si con espíritu cristiano amamos a todos, o hacemos selección según nuestro gusto o nuestro interés. Hay que fijarnos que según el termómetro que nos propone Jesús podremos ver que tan dignos hijos de ese Padre que está en el cielo y que ama a todos somos.
Cierto que es arduo el programa. Pero la Pascua a la que nos preparamos es la celebración de un Cristo Jesús que se entregó totalmente por los demás: también a él le costó, pero murió perdonando a los que le habían llevado a la cruz, como perdonó a Pedro, que le había negado. Ser seguidores suyos es asumir su estilo de vida, que es exigente: incluye el ser misericordiosos entregados por los demás, y poner buena cara incluso a los que ni nos saludan. Que María Santísima con su sencillez y su gran corazón nos ayude. ¡Bendecido sábado!
Padre Alfredo.
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