Hoy Jesús en el evangelio (Mt 5,17-19) nos habla del cumplimiento de la ley bien entendida, cosa que no es esclavitud, sino signo de una vivencia de amor y de libertad interior. La ley —los mandamientos de Dios, las normas de la vida familiar de la comunidad religiosa, o de la Iglesia— se puede cumplir sólo por evitar el castigo, o por un sentido del deber, o por amor. La Cuaresma nos enseña que el amor lo transforma todo y nos ayuda a ver, dentro de esta vivencia de la ley, el valor de las cosas pequeñas, de los detalles. El amor de cumplir las leyes de cada día está hecho de detalles, no tanto de cosas solemnes y heroicas. De hecho, los 10 mandamientos no piden cosas raras o complicadas, sino actos de amor.
Avanzamos en la vivencia de la Cuaresma a la luz de la palabra de Dios. Cada día nos miramos al espejo para ver si vamos conservando la imagen que Dios nos pide y seguimos trabajando en nuestra conversión. Cada día volvemos a la escuela, en la que el Maestro nos va ayudando en una formación permanente que nunca acaba. Es una de las consignas de la Cuaresma: poner más atención a esa palabra para contrarrestar otras muchas palabras que luego escuchamos en este mundo y que generalmente no coinciden con lo que nos ha dicho Dios. Pidamos la intercesión de María santísima para que nos ayude a que se note que algo cambia en nuestra vida porque nos preparamos a la Pascua, que es vida nueva con Cristo y como Cristo. ¡Bendecido miércoles!
Padre Alfredo.
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