martes, 29 de marzo de 2022

«Agua viva que cura y salva»... Un pequeño pensamiento para hoy


El tema del agua que cura y salva ocupa hoy un espacio muy importante en la liturgia de la palabra del día de hoy. En el marco de la Cuaresma, las lecturas y el salmo de hoy nos hacer ir al recuerdo de nuestro Bautismo, que tendrá su actualización más densa en la Vigilia Pascual. Las aguas que brotan del Templo en la primera lectura (Ez 47,1-9.12) , o sea, que vienen de Dios, purifican y curan todo a su paso, hacen que los campos produzcan fértiles frutos y que el mar muerto se llene de vida. Es un hermoso simbolismo que volveremos a escuchar en la Vigilia Pascual. Apunta, por una parte, con un recuerdo de añoranza, al paraíso inicial de la humanidad, regado por cuatro ríos de agua, y, por otra, al futuro mesiánico, que será como un nuevo paraíso.

Por su parte el Evangelio (Jn 5,1-16) nos habla de la piscina de Betesdá, que tenía aguas medicinales. Pero al pobre hombre paralítico que la escena nos presenta, nadie le ayudaba a llegar al agua. Cristo le cura directamente. No sin reacciones contrarias por parte de sus enemigos, porque este signo milagroso lo había hecho precisamente en sábado. El agua, tanto la que anuncia poéticamente el profeta como la del milagro de Jesús, estará muy presente en la Noche de Pascua. De Cristo Resucitado es de quien brota el agua que apaga nuestra sed y fertiliza nuestros campos. Su Pascua es fuente de vida, la acequia de Dios que riega y alegra nuestra ciudad, si le dejamos correr por sus calles. ¿Vamos a dejar que Dios riegue nuestro jardín? El agua es Cristo mismo. Baste recordar el diálogo con la mujer samaritana junto al pozo, en Juan 4: él es «el agua viva» que quita de verdad la sed. 

Finalmente quiero ir al salmo (Salmo 45), que se refiere a nuestra pequeña historia: «el correr de las acequias alegra la ciudad de Dios... teniendo a Dios en medio, no vacila». El agua salvadora de Dios es su palabra, su gracia, sus sacramentos, su Eucaristía, la ayuda de los hermanos, la oración. La aspersión bautismal de los domingos y sobre todo la de la Vigilia Pascual nos quieren comunicar simbólica y realmente esta agua salvadora del Señor. Este salmo alienta a la esperanza y la confianza en Dios; en su poder y la providencia, y su amable presencia, con su iglesia en el peor de los tiempos. El río alude a las gracias y consolaciones del Espíritu Santo, que fluyen alegrando el corazón de cada creyente. Pidamos, por intercesión de la santísima Virgen María, que sepamos aprovechar estos días que quedan de la Cuaresma para llenarnos de dicha con la Pascua de Cristo. ¡Bendecido martes!

Padre Alfredo.

P.D.  Quiero compartirles que estoy muy contento y agradecido con Dios. Mi madre cumple hoy martes 87 años y con ella, mi hermano y su familia agradecemos este don de una vida larga y fecunda en Blanca Margarita. Gracias a Dios, a su edad está muy bien y muy activa. Dios la llene de bendiciones.

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