Las dos lecturas del día de hoy nos recuerdan que ya va siendo urgente que, casi a mitad de la cuaresma, hagamos caso de las insistentes llamadas de Dios a la conversión y al cambio en nuestras vidas. Podemos quedarnos ante esto con algunas preguntas para meditar: ¿Nos dejamos interpelar por la Palabra? ¿se está notando que hacemos camino con Jesús hacia la novedad de la Pascua? ¿O también podría Jesús quejarse de nosotros acusándonos de que otras personas mucho menos dotadas de conocimientos religiosos —el general pagano, la viuda pobre— están respondiendo a Dios mejor que nosotros en sus vidas?
El problema de los de Nazareth, lo mismo que el de nuestra sociedad actual, era creer que el proyecto de una sociedad alternativa sólo se podía realizar a base de milagros, sin el esfuerzo del convencimiento, de la conversión y del sacrificio de las personas. Hacer milagros para implantar la justicia, no es camino de Dios. Esta debe nacer, ciertamente con la ayuda de Dios, pero comprometiendo del todo al ser humano. La respuesta que los propios coterráneos le dieron a Jesús, fue la de intentar matarlo. ¿Cuál es nuestra respuesta en esta cuaresma? ¿En qué hemos mejorado para transformar nuestro mundo en uno mejor? Que María santísima nos ayude a reflexionar y a seguir en el camino de nuestra conversión. ¡Bendecido lunes!
Padre Alfredo.
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