Esta cátedra es una gran silla o trono de madera de encina formada por una caja cuadrilátera de unos 89 centímetros de ancho por 78 de alto hasta el asiento, con unos pilares en los ángulos y un respaldo o dosel terminado por un tímpano triangular. Tiene en los pilares unas anillas para poder ser fácilmente trasladado. En el cuadrilátero frontal anterior, debajo del asiento, la enriquecen tres hileras de seis casetones cada una con sendos marfiles incrustados de oro, muy antiguos. Los que asimismo adornan el dosel son aún de mayor antigüedad y seguramente tallados expresamente para esta cátedra. Nadie, ni el Papa si quiera, se sienta en esta cátedra que está en lo alto y no se conoce una representaci6n semejante para ninguno de los demás apóstoles. Por eso esta pieza que data como está del siglo VI es única y celebramos en esta fiesta dedicada a ella lo que el Evangelio de hoy nos recuerda: la potestad que Cristo ha conferido a Pedro, a quien le da las llaves del cielo y a quien elige como guardián de los misterios de fe contenidos en la Iglesia sacramento de Cristo (Mt 16,13-19).
Esta celebración nos ofrece, definitivamente, una oportunidad más para manifestar nuestra filial adhesión a las enseñanzas del Santo Padre, a su magisterio, y para examinar el interés que ponemos en conocerlas y llevarlas a la práctica. Hoy podemos recordar algo que san Juan Pablo II dijo una vez acerca de esta fiesta: «La festividad litúrgica de la Cátedra de san Pedro subraya el singular ministerio que el Señor confió al jefe de los apóstoles, de confirmar y guiar a la Iglesia en la unidad de la fe. En esto consiste el “ministerium petrinum” —ministerio petrino—, ese servicio peculiar que el obispo de Roma está llamado a rendir a todo el pueblo cristiano. Misión indispensable, que no se basa en prerrogativas humanas, sino en Cristo mismo como piedra angular de la comunidad eclesial». Esta celebración, en torno a san Pedro y a su autoridad, es además la celebración de la comunión entre los hermanos que diariamente queremos caminar en busca de la santidad, en unión con Cristo formando un solo cuerpo. Aprovechemos este día para orar, con María y con todos los santos, especialmente por el Papa y por la Iglesia universal, para dar gracias al Señor por el don de la Iglesia y también para pedirle que con la gracia del Espíritu Santo podamos llegar a la victoriosa santidad. ¡Bendecido lunes!
Padre Alfredo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario