domingo, 8 de noviembre de 2020

«Vigilar»... Un pequeño pensamiento para hoy


«Vigilar» no es estar siempre con miedo, ni dejarse atenazar por la angustia. Un discípulo–misionero de Cristo no deja de vivir, y de gozar la vida, y de incorporarse seriamente a las tareas de la sociedad y de la Iglesia manteniéndose vigilante. Lo que pasa es que se distingue de los demás porque vive con responsabilidad, con la atención puesta en los verdaderos valores, los que valen en verdad la pena, sin dejarse amodorrar por las innumerables drogas de este mundo, por la pereza, por los acontecimientos dolorosos como la pandemia por la que la humanidad atraviesa, por el miedo o por la inercia. Vivir de manera cristiana es vivir en tensión gozosa. Los pocos años que vivimos —porque en medio de la eternidad la vida en la tierra siempre será corta— hay que vivirlos de modo que acertemos en la clave fundamental de su existencia. La presencia —invisible— de Cristo Esposo y su vuelta —visible y gloriosa— le sirven al seguidor de Cristo de focos que iluminan cada uno de sus pasos.

Hoy el Evangelio (Mt 25,1-13) nos pone el ejemplo de las diez vírgenes. Cinco prudentes que esperaban vigilantes la llegada del Esposo y cinco imprudentes, o «arrastradas» como se dice en el norte de México que no estaban listas a la llegada del Esposo. Este relato nos invita a recordar este hecho: nuestra vida es una espera de la llegada del esposo. Y este tener presente que la vida tiene un momento culminante que es la muerte, es algo que hay que recordar de vez en cuando y que en nuestros tiempos, con toda esta terrible calamidad de la Covid 19 palpamos muy de cerca. Hoy puede ser un buen día para meditar en la muerte y en la calidad de preparación que tenemos para el momento. Un detalle destaca en el relato y nos viene muy bien reflexionar; la imagen que utiliza Jesús para hablar de cómo hay que estar preparados no es una imagen negativa que invite a no hacer tal o cual cosa —por ejemplo «no pecar» para salvarse—, sino que va más allá a una actuación activa, una imagen que nos invita a actuar: hemos de almacenar aceite, hemos de poner nuestra vida en acción.

Juan Duns Escoto es un beato que se celebra hoy. Nació en Duns, en Escocia, hacia 1265, entró en la Orden de los Hermanos Menores hacia 1280 y fue ordenado sacerdote el 17 de abril de 1291. Completó los estudios entre 1291 y 1296 en París. Enseñó en Cambridge, Oxford y París, como bachiller. Tuvo que abandonar la universidad, por no haber querido firmar una apelación al Concilio contra Bonifacio VIII, promovida por Felipe el Hermoso, rey de Francia. Regresó allí el año siguiente para obtener el doctorado. Quizás no hay doctor medieval más sobresaliente que este franciscano escocés que supo mantener la lámpara encendida todo el tempo. Murió en Colonia, a la edad en que los otros filósofos comienzan a producir, como si la llama del pensamiento le hubiese quemado la juventud el 8 de noviembre de 1308. Se le da el título de «Doctor Sutil» que habla de toda su sublimidad. Después de Jesús, la Virgen Santísima ocupó el primer puesto en su vida. Que la Santísima Virgen nos acompañe para que sepamos vivir, sabiamente, el tiempo en que estemos en esta tierra, en un clima de espera. Que sepamos buscar la llegada del Señor, anhelarla, porque en cualquier instante llamará a la puerta. Que Dios avive nuestra lámpara y que esta lámpara ilumine a los que nos rodean para que muchos le conozcan, le amen y se salven; que sea sólo como un pasaporte para cruzar la Puerta. ¡Bendecido domingo!

Padre Alfredo.

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