martes, 23 de junio de 2020

«La puerta estrecha»... Un pequeño pensamiento para hoy

Entre los santos y beatos de este día, destaca un humilde sacerdote que fue quizás el más grande amigo y benefactor de San Juan Bosco y, de muchos seminaristas pobres más, uno de los mejores formadores de sacerdotes del siglo XIX, San José Cafasso. José nació en 1811 en el mismo pueblo donde nació San Juan Bosco. Una hermana suya fue la mamá de otro santo: San José Alamano, fundador de la comunidad de los Padres de la Consolata. Desde niño sobresalió por su gran inclinación a la piedad y a repartir ayudas a los pobres. En el año 1827, siendo Caffaso seminarista se encontró por primera vez con san Juan Bosco. José Cafasso era de familia acomodada del pueblo y Juan Bosco provenía de una familia humilde y absolutamente pobre. José se ordenó sacerdote muy joven, a la edad de 21 años y viajó a Turín, a perfeccionar sus estudios. Sus habilidades estudiantiles fueron premiadas al ser nombrado como profesor de la institución académica, y luego como rector por doce años. San José Cafasso formó más de cien sacerdotes en Turín, y entre sus alumnos tuvo varios santos.

En Turín, que era la capital del reino de Saboya, las cárceles estaban llenas de terribles criminales, San José Cafasso decidió evangelizar ese lugar, y con infinita paciencia y amabilidad se fue ganando los presos uno por uno, los hacía confesarse y empezar una vida santa. Además, el santo acompañó hasta la horca a más de 68 condenados a muerte, y aunque habían sido terribles criminales, ni uno sólo murió sin confesarse y arrepentirse. La primera cualidad que todos notaban en este santo era el don de consejo, cualidad que el Espíritu Santo le había dado para saber aconsejar lo que más le convenía a cada uno. Otra gran cualidad que lo hizo muy popular fue su calma y su serenidad. Algo encorvado (desde joven) y chaparrito, tenía dibujada en el rostro siempre una sonrisa amable y su voz sonora y encantadora, irradiaba una alegría contagiosa. Falleció un sábado 23 de junio de 1860, a la edad de 49 años. Su oración fúnebre la hizo su discípulo preferido: San Juan Bosco. Fue canonizado por el Papa Pío XII en 1947.

¡Qué bien puso en práctica san José Cafasso lo que el Evangelio que la liturgia propone para el día de hoy (Mt 7,6.12-14)!: «Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes» y «Entren por la puerta estrecha». San José Cafasso comprendió muy bien desde pequeño, que basta fijarse en el prójimo y en uno mismo para actuar correctamente. Las relaciones entre los hombres deben estar construidas en la concordia y en el respeto como hermanos para que se haga efectiva la realidad de que somos hijos de un mismo Padre y estamos invitados por él a compartir lo que somos y lo que tenemos. Este es el mejor resumen: que la familia de los hijos de Dios, dividida por los legalismos crueles, por una falsa práctica de la piedad, por un absurdo amor al dinero, se reúna de nuevo con su Padre. Enseguida Jesús usa una imagen muy curiosa. La de la puerta pequeña y el camino angosto que conducen a la vida y la puerta ancha y el camino amplio que conducen a la perdición. San Mateo contrapone el camino de la muerte y el de la vida. Por tanto, seguir a Jesús significa tomar una opción difícil, dura, como lo indican las imágenes y como lo hizo san José Cafasso y muchos más. Pidamos a María Santísima que no dejemos de ver por los demás y de buscar esa puerta. Al fin, como los santos nos dejan ver en sus vidas, no es difícil entrar por la puerta estrecha; sólo que la mayoría, deslumbrados por lo más aparente, ni se da cuenta de que existe. ¡Bendecido martes!

Padre Alfredo.

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