Hoy empiezo mi reflexión compartiendo una inmensa alegría que me invade. Algunos de mis lectores, que comparten conmigo esta mal hilvanada reflexión de cada día, saben que presto un pequeño servicio como vice-postulador de la causa de canonización de la madre Gloria María Elizondo García. Pues precisamente, en el día del Sagrado Corazón 19 de junio de 2020, el Papa Francisco la ha declarado «Venerable» al ser comprobado que vivió las virtudes cristianas en grado heroico como seglar y como consagrada. El Evangelio del día de hoy nos muestra claramente cómo la madre Gloria buscó vivir para Dios en medio de las ocupaciones del mundo, como empresaria comprometida que fue y luego como religiosa, al frente de la congregación religiosa de las Misioneras Catequistas de los Pobres. En el Evangelio de hoy aparece Jesús que dice que tiene que ocuparse de las cosas de su Padre (Lc 2,41-51) y esos fueron los intereses de la madre Gloria. Por otra parte el Evangelio dice que María guardaba muchas cosas en su corazón para meditarlas y la madre Gloria fue una mujer de un corazón puro en el que había espacio para muchas cosas, los intereses de Jesús, que le ocupaban en todo momento.
Les comparto la oración de intercesión para que la recen el día de hoy: «Oh Señor, Buen Dios, que guiaste a la Madre Gloria María para que amara profundamente a Jesucristo y a su Iglesia, dejándose guiar por el Espíritu Santo, viviendo en sencillez y sabiduría su vida cristiana; por ese amor a Ti se dedicó a servir y amar a los más necesitados a ejemplo de Cristo, tu Hijo amado; suplicámoste por su intercesión nos concedas la gracia que te pedimos. —Se hace la petición y se reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria— Te rogamos que sea elevada a la gloria de los altares, y su ejemplo nos ayude a vivir cada día mejor nuestra vida cristiana. Amén.» Invito a quien lea estas líneas a dar gracias a Dios conmigo y a encomendarse a la Madre Gloria María porque ahora, para su beatificación, necesitamos un milagro de primer grado.
Voy ahora, en este último párrafo de mis tres acostumbrados en cada pequeño pensamiento, a la fiesta del Inmaculado Corazón de María. Aplicado a María, en la expresión «inmaculado corazón de María», el término «corazón» adquiere una fuerte carga dinámica, capaz de desarrollar las más altas energías espirituales. Los textos mesiánicos (Sal 44; Cant), los que hablan del «corazón nuevo» en el Antiguo Testamento (Is 12,56-56; Jer 2,31.33; Ez 11,36; JI 2), junto con otros muchos, hacen del corazón la sede del encuentro con Dios. Además, la devoción al corazón de María tiene el privilegio singular de poder contar con dos textos clave del Nuevo Testamento, base de toda la tradición posterior. Son: «María, por su parte, guardaba todas estás cosas, meditándolas en su corazón» (Lc 2,19) y «Su madre guardaba todas estas cosas en su corazón» (Lc 2,51). Hay que considerar además un tercer texto que hace relación al corazón: «Y una espada atravesará tu alma» (Lc 2,35). San Juan Pablo II, al final de su primera encíclica «Redemptor hominis», escribió un texto significativo sobre el corazón de María con el que quiero concluir: «Este misterio se ha formado, podemos decirlo, bajo el corazón de la Virgen de Nazaret cuando pronunció su fiat. Desde aquel momento, este corazón virginal y materno al mismo tiempo, bajo la acción particular del Espíritu Santo, sigue siempre la obra de su Hijo y va hacia todos aquellos que Cristo ha abrazado y abraza continuamente en su amor inextinguible». Que el Inmaculado corazón de María haga el nuestro como el de la madre Gloria María para ocuparnos de los intereses de Jesús. ¡Bendecido sábado!
Padre Alfredo.
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