El evangelio de hoy (Mt 8, 5-17) ilumina este nuestro andar recordándonos precisamente que la salvación de Dios no está reservada a unos cuantos. Dios ama a todos los hombres; su amor rompe las barreras que levantamos entre nosotros. Jesús hace un milagro ¡en favor de un capitán del ejército de ocupación! ¡en favor de un oficial de las fuerzas del orden! ¡en favor de un pagano! Los romanos eran mal vistos por la población: muchos judíos fieles escupían al suelo, en señal de desprecio, después de haberles adelantado en el camino.
Pero la gracia no depende de si uno es judío o romano: sino de su actitud de fe. Y el centurión pagano da muestra de una gran fe y humildad. Jesús alaba su actitud y lo pone como ejemplo: la salvación que él ofrece es universal. Jesús tiene una admirable libertad ante las normas convencionales de su tiempo. Transmite la salvación de Dios como y cuando quiere y así lo sigue haciendo. Pidamos la intercesión de María santísima para que el nombre de su Hijo Jesús sea conocido y amado traspasando las fronteras que nosotros hemos hecho. ¡Bendecido sábado!
Padre Alfredo.
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