La situación me brinda la oportunidad de tocar un tema que a veces se pasa por alto, pero que es de vital importancia. Es verdad que ante la vida de los demás, ante actitudes que a veces pueden parecer extravagantes o extrañas, resulte placentero juzgar. Hay quienes están con la vista clavada en todos los detalles de cuánto ha hecho el del lado, para después, con la información que se tiene, crucificarle con la lengua. Existen personas, incluso de misa diaria, que con la murmuración, van haciendo temas que incluso les llenan el día y por desgracia, el corazón.
Donde no hay oración sincera, pureza de corazón, rectitud de intención y lucha para combatir los males, como la murmuración en la propia vida, poco se puede hacer para desterrar lo que va endureciendo el corazón. El corazón es la apertura de todo el ser a la existencia de los demás, a pesar de que a la primera, no se comprendan sus acciones. Pidamos a María Santísima que interceda por nosotros para que podamos hacer a un lado lo que sabemos que no deja crecer en la fe y alcanzar la felicidad que el Señor quiere para nosotros. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!
Padre Alfredo.
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