El Papa Francisco, en una de sus homilías en esta fiesta, diez años atrás, exclamó: «Debemos tocar las llagas de Jesús, debemos acariciar las llagas de Jesús. Debemos sanar las llagas de Jesús con ternura. Lo que Jesús nos pide hacer con nuestras obras de misericordia es lo que Tomás había pedido: entrar en las llagas». Uno puede imaginarse en este día a Tomás, sumergido en una incredulidad que se esfuma en cuanto Jesús le da la oportunidad de ver y tocar sus llagas. Nosotros no hemos visto a Cristo crucificado, ni a Cristo resucitado, ni hemos visto en carne viva sus llagas ni mucho menos las hemos palpado.
Pero sabemos perfectamente que Cristo vive en el hermano «llagado» que reclama que nos acerquemos a él, le veamos y toquemos sus llagas. El Papa Francisco, en aquella ocasión decía: «Hay que besar con ternura las llagas de Jesús en nuestros hermanos hambrientos, pobres, enfermos y en los que están en la cárcel». Así que con la intercesión de santo Tomás y la mirada dulce y curativa de María, hay mucho que hacer. Pongámonos manos a la obra. ¡Bendecido lunes!
Padre Alfredo.
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