La verdad es que si en el evangelio se buscara sólo un documento histórico, materialmente preciso como un reportaje nos metemos en un gran lío, pues aún en nuestra vida ordinaria sabemos que cuando contamos un hecho extraordinario, no atinamos a dar lugares ni tiempos precisos de las cosas que suceden, sino nos vamos a lo que más nos impacta. Así, las divergencias de los evangelios, lejos de ser un escándalo ponen en mayor relieve su acuerdo profundo en lo que es esencial. Lo significativo es que sean dos o tres los documentos los que se cruzan en lo esencial, conservando cada uno su autonomía, y aun, quizá, sus errores de detalle, nos lleven a una profunda reflexión de la acción milagrosa de Jesús en las vidas de todos.
Jesús es siempre e fuerte y firme contra el enemigo. Tanto si se personifica el mal en el demonio, cosa que hace muchas veces el evangelio, como si no, todos tenemos experiencia de que existe el mal en nuestras vidas y, también, de nuestras pocas fuerzas para combatirlo. Necesitamos la fuerza de Dios que se manifiesta en Jesús. La razón de la permisión de Jesús de que el mal se vaya a los cerdos se nos escapa, pero nos consta que fue para un bien mayor. Los hombres quedaron libres. Que María santísima nos ayude a ahuyentar el mal de nuestras vidas. ¡Bendecido miércoles!
Padre Alfredo.
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