A la beata María Inés le dolía mucho, en sus tiempos, que no se le diera a Dios la alabanza que se merece... ¡cómo sufriría en esta época que nos toca vivir en donde Dios ha sido sacado de escena en muchos campos de nuestra vida diaria! Meditar en salmos como este nos ayuda a acrecentar nuestra alabanza al Señor y nos invita a anunciar sus «obras y proezas» como dice el mismo salmo.
Todas las criaturas dependemos de la providencia de Dios, y por eso hemos de estar anhelantes esperando que nos envíe sus bienes para subsistir. Particularmente, con los hombres fieles y piadosos se muestra generoso y complaciente, respondiendo a sus invocaciones en los momentos de necesidad. Pidamos a María santísima, que admiró la obra del Señor que ha hecho maravillas, que nos ayude a alabarle siempre. ¡Bendecido sábado!
Padre Alfredo.
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