Este gesto simbólico de la ceniza, propio de este día, es uno de los que ha calado en la comunidad cristiana, y puede resultar muy pedagógico si se hace con autenticidad, sin precipitación; con sobriedad, pero expresivamente. Es un buen momento para dejar que resuene y se comente la Palabra de Dios en una celebración previa a la imposición de la ceniza, que así comunica con facilidad su mensaje de humildad y de conversión. Al escuchar: «polvo eres y en polvo te convertirás» recordaremos nuestra condición de criaturas frágiles, necesitadas de Dios y, ante las palabras de la otra fórmula que se utiliza para imponer la ceniza y que dice: «arrepiéntete y cree en el evangelio» nos concientizaremos de la necesidad que tenemos de convertir nuestro corazón para seguir los planes que Dios tiene para nuestra salvación.
Yo empezaré el día haciendo mi ejercicio espiritual seguido del ejercicio físico para luego, guardando el ayuno, celebrar la santa misa a las 9:30 de la mañana y bendecir allí la ceniza que será impuesta sobre la cabeza de los feligreses tanto en el templo parroquial como en los diferentes sectores que integran nuestra parroquia. Por supuesto yo seré el primero que reciba la ceniza, porque también yo, hombre débil, necesito convertirme a la Pascua del Señor. Luego la impondré sobre la cabeza de los fieles y me sentaré a confesar la mayor parte del día para ofrecer un espacio que propicie la conversión de nuestra comunidad parroquial y arranquemos el sendero cuaresmal que nos lleva a la Pascua con un corazón arrepentido que haya experimentado la misericordia de Dios. Con María, avancemos hacia la Pascua. ¡Bendecido Miércoles de Ceniza!
Padre Alfredo.
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