viernes, 17 de febrero de 2023

«Mi reflexión, con tos de perro»... Un pequeño pensamiento para hoy


Como lo prometí en la posdata del pensamiento para el día 14, regreso esta noche a la computadora para compartir mi reflexión para este viernes y lo hago en primer lugar compartiéndoles que hace unos momentos, antes empezar a analizar lo que quiero compartir, me metí a Internet a buscar por qué se dice «tengo una tos de perro que no puedo con ella» y me encontré esto: «se trata de una tos seca, afónica, asociada a un ronqueo y que puede asemejarse al ruido del ladrido de un perro, de ahí su nombre y que se produce por una irritación excesiva de la garganta». Yo la verdad no sé si la tos que traigo desde el 15 en la noche es «tos de perro», pero lo que sí sé es que hace mucho que no sufría de tos fuera de mi alergia común y que ahora tiene un tono diferente y me tiene aquí, como decimos vulgarmente: «todo cholenco». Pero bueno, lo importante es que gracias al mi querido doctor Porfirio ya estoy medicado —además del té de bugambilia que me trajo mi sobrina Irina, el remedio de limón que me preparó mi cuñada Yoyina, el cuidado de mi madre y la ringlera de remedios que me compartieron a la hora de estar confesando tose y tose—  y en esta condición de una gripa inesperada pero bien cuidada, tal vez debida al viaje relámpago que tuve que hacer los días 14 y 15 y por lo cual no compartí mi reflexión, escribo estas líneas.

Quiero hacer este momento de meditación, reflexión u oración que defiero con ustedes penetrando en el relato de la primera lectura de la Misa del día de hoy que en un fragmento del libro del Génesis, que se está leyendo de manera continuada en estos días, narra el suceso de la Torre de Babel (Gn 11,1-9). ¡Qué página de la Biblia tan sorprendente profética! El autor sagrado nos ofrece una profunda visión de la humanidad a nivel de símbolos, pues sabemos que estos relatos, inspirados por Dios, no son estrictamente históricos. El relato me parece muy actual, porque yo creo, como muchos otros que se acercan a este episodio, que Babel es «nuestro tiempo actual»... la historia de nuestro mundo contemporáneo que de mil maneras busca comunicarse y que ha hecho esta Torre telemática en la que nos sumergimos para comunicarnos unos con otros en las redes sociales con ayuda de diccionarios electrónicos que nos hacen escribir y ser leídos prácticamente en cualquier idioma del mundo.

Pero nos damos cuenta de que no basta hablar la misma lengua para poder dialogar. Entre las naciones, las clases sociales, las etapas de la vida... a pesar de tener los traductores más modernos, es difícil entenderse. Entre padres e hijos, de una generación a otra, la incomprensión se insinúa y acaba instalándose. Entre esposos, entre colegas, ciertos silencios que comienzan y duran, con signo de que no se tiene ya nada que decir, que para nada serviría hablarse, que se es incapaz de comprender, entre naciones que no llegan establecer los criterios de paz... Vamos en el mundo como si se viviera en universos diferentes. ¿De dónde procede ese trágico mal entendido? Ciertamente de algo que a todos nos quiere atacar: el orgullo. Porque el conflicto, la lucha de clases, los racismos, los descartes de toda especie se hallan en el corazón de la humanidad que hace a un lado a Dios y no quiere escuchar. Cuando el hombre cierra su corazón a la acción de Dios y se siente él mismo todopoderoso, la vida no marcha. La unidad no se puede sostener solamente en hablar la misma lengua, sino en tener el mismo corazón, y éste, lleno de los sentimientos de Cristo. Pidamos a María santísima que nos ayude a escuchar a Dios, a hacerlo parte necesaria de nuestra convivencia humana. ¡Bendecido viernes!

Padre Alfredo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario