Hay una fábula, que no sé si vaya muy ad hoc al tema pero que me deja la enseñanza de hacer algo por los demás. «Estaban doña Hipopótamo, la señora Cocodrilo y la minúscula mamá Mosquito hablando de lo buenos que eran sus niños con todos los habitantes del pantano. Tan bien hablaban de ellos, que varios que pasaban por allí quisieron ver sus mejores acciones. Y, al día siguiente, Hipopotamín, Cocodrilín y Mosquitejo se dedicaron a mostrar a todos cuán buenos podían llegar a ser. Hipopotamín decidió llevar agua a todos los animales enfermos de la zona, que estaban heridos o no tenían fuerzas para llegar hasta la laguna para beber. Por su parte, Cocodrilín pasó todo el día vigilando la orilla y actuando de socorrista, evitando que se ahogaran en la laguna un buen puñado de animales despistados. Todos felicitaron a Hipopotamín y Cocodrilín, y se preguntaban qué podría hacer el pequeño mosquito. Mosquitejo pensaba que no podría igualar a sus enormes amigos. Pero en lugar de rendirse, dedicó el día a hablar con unos y con otros, a visitar amigos de aquí y allá, y se presentó por la noche con todo un ejército de animales formado por monos, hormigas, leones, elefantes, serpientes, búfalos, escorpiones, jirafas... cuyo objetivo era, durante un único día, dedicarse por entero a mejorar la vida de la laguna. Y tal fue su trabajo y su buen espíritu, que un día bastó para renovar por completo aquel lugar.
No estamos llamados a ser «fariseos hipócritas» que busquemos lucimiento. Nuestro Maestro es Jesús que pasó por el mundo haciendo el bien. Él nos enseña con su ejemplo. Vino a servir y no a ser servido. Él, que siendo Dios, nunca estuvo por encima de nadie, al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo pasando por uno de tantos nos ha dejado a su Madre, siempre pronta para servir, como ejemplo a seguir. Que Ella interceda por nosotros y busquemos siempre hacer el bien, como dice el dicho: sin mirar a quien. ¡Bendecido sábado!
Padre Alfredo.
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