La fiesta de la Transfiguración del Señor inunda hoy nuestro miércoles. Para los Misioneros de Cristo un día especial, pues en este día hemos recibido a más de 60 sacerdotes religiosos de los distintos institutos que tenemos presencia en Monterrey y algunos padres diocesanos para compartir el rezo del Rosario en nuestra parroquia de «Nuestra Señora del Rosario en San Nicolás» y compartir luego los sagrados alimentos en torno al Señor Obispo Fray César Garza Miranda, quien está al frente de la vicaría de la Vida Consagrada en Monterrey y de la dimensión episcopal de la vida consagrada en México. No nos cabe duda alguna que la Beata María Inés Teresa, tan al pendiente siempre de los sacerdotes y amante de la vida religiosa, debe haber estado feliz en el Cielo. Acá, al final cada misterio del Rosario Sacerdotal que preparamos, se escuchaba de la voz de todos los sacerdotes: «Beata María Inés Teresa del Santísimo Sacramento», ruega por nosotros.
Quiero ir hasta San Juan Pablo II que dijo hermosamente unas palabras que concuerdan con lo que en esta convivencia sacerdotal hemos degustado: «A nosotros, peregrinos en la tierra, se nos concede gozar de la compañía del Señor transfigurado, cuando nos sumergimos en las cosas del cielo, mediante la oración y la celebración de los misterios divinos. Pero, como los discípulos, también nosotros debemos descender del Tabor a la existencia diaria, donde los acontecimientos de los hombres interpelan nuestra fe. En el monte hemos visto; en los caminos de la vida se nos pide proclamar incansablemente el Evangelio, que ilumina los pasos de los creyentes». Cierto que pasamos unas horas maravillosas... pero todos, Franciscanos, Jesuitas, Agustinos, Misioneros de la Natividad de María, Redentoristas, Oblatos de San José, Misioneros del Espíritu Santo, Legionarios de Cristo, Misioneros de Guadalupe, Misioneros Josefinos, Misioneros de Familia y Juventud, Fuego Nuevo, nosotros Misioneros de Cristo y otros asistentes más, además de nuestros hermanos sacerdotes diocesanos que nos acompañaron, hemos de bajar del Tabor a la vida diaria.
Que nos anime el testimonio veraz de Pedro, Santiago y Juan junto al Señor Transfigurado para transfigurarnos también nosotros cada día en Jesús, para ser imágenes del Hijo de Dios, nuestro Modelo y Salvador. Nosotros, como sacerdotes y religiosos, necesitamos ir a un lugar apartado, subir a la montaña en un espacio de silencio, para encontrarnos a nosotros mismos y percibir mejor la voz del Señor y convivir como los Apóstoles. Esto hemos hecho hoy en la oración con María. Pero no podemos permanecer allí. El encuentro con Dios en la oración nos impulsa nuevamente a «bajar de la montaña» y volver a vivir nuestra consagración en el ser y quehacer de cada día. Dios bendiga a nuestro estimado Obispo Fray César por esta iniciativa que nos deja emocionados para seguir adelante en nuestro paso por esta querida arquidiócesis de Monterrey. ¡Bendecido miércoles!
Padre Alfredo.
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