En medio de Misas en diversos templos, el rezo diario del Santo Rosario en los traslados, comidas en común, juegos, conversaciones amenas y «algunas compritas», que hicieron, sobre todo las señoras, los días han pasado volando y nuestra fe personal y comunitaria, tanto de los fieles de la parroquia de Nuestra Señora del Rosario, así como los del Santuario de Guadalupe en Cadereyta, se ha fortalecido estrechando más los lazos que, por la amistad que de tantos años tenemos de por sí, los dos párrocos.
El Evangelio de este sábado (Mt 19,13-15), nos refiere a los niños, que, en palabras de Jesús, se convierten, en el contexto que Mateo presenta, en modelo de vida para todo aquel que quiera ser discípulo–misionero del Señor. Los niños, como todos sabemos, son un ejemplo para seguir a Cristo debido a su inocencia, a su confianza, a su humildad y receptividad, cualidades que Jesús destacó como esenciales para entrar al Reino de los Cielos junto con otras más como la solidaridad que guardan los infantes... ¡Todos recordamos nuestros juegos de la infancia y como con huercos desconocidos hacíamos amistad al instante! Estos días de la peregrinación, yo creo que todos, con un corazón puro y abierto volvimos a ser niños viviendo cada día en brazos de María. ¡Bendecido sábado!
Padre Alfredo.
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