viernes, 8 de agosto de 2025

«Con la cruz por donde quiera»... UN PEQUEÑO PENSAMIENTO PARA HOY


En una homilía pronunciada en la Misa Crismal de 1981, el Papa Benedicto XVI, en aquel entonces cardenal arzobispo de Múnich y Frisinga, expresaba que «ser cristiano no puede consistir en añadir un pequeño mundo de domingo a nuestro mundo de los días laborales, o en algo que podemos construir en cualquier momentito de devoción de nuestra vida, sino que es un fundamento, es transformación que nos cambia». Eso significa que no podemos ser cristianos a ratos, sino discípulos–misioneros portadores de la Cruz de Cristo en todo tiempo y lugar. Es lo que nos recuerda el Evangelio de este viernes ((Mt 16,24-28).

El mundo y en general el sistema en el que vivimos en la sociedad actual nos alienta permanentemente a pensar primero en uno mismo, a priorizar el propio yo, a no privarse de nada y no servir a nadie sino al propio ego. Incluso se habla mucho del ego en relación con las redes sociales, que pueden inflarlo o hacerlo vulnerable debido a la constante búsqueda de validación y comparación. La idea de «cargar la cruz» para seguir a Cristo suena muy descabellado, insensato, si no es que ridículo. Muchos cristianos de nombre han olvidado que estamos en el mundo para tomar la cruz y seguir al Señor. Por eso la cruz molesta, estorba, pesa y hay que desecharla. Pienso por ejemplo en esa secta brasileña extendida en algunas partes de nuestro México lindo y querido que como lema tiene la frase: «Pare de sufrir».

Ser discípulo–misionero de Cristo no es comparable a cualquier baratija. El Evangelio es claro. Querer ser fiel y vivir un cristianismo de autoservicio donde sólo se elige lo que conviene es una contradicción. El seguimiento de Cristo es para tomarlo en serio. El cristianismo no es toma lo que te guste y deja lo que no te guste. El cristianismo, tal y como el Evangelio lo demuestra, se debe vivir con coherencia, como nos lo enseñan todos los santos y beatos con sus ejemplos de vida. No debemos olvidar, como católicos, que nuestro garante aquí en la tierra es el Papa, que en sus enseñanzas y con su vida, hecha donación, nos muestra el camino seguro y cierto que debemos seguir en medio de la desorientación que pulula a nuestro alrededor. Que nadie piense que por quitarse la cruz con algún método, su vida de fe será más fácil. Un cristianismo sin cruz no existe. Una vida sin cruz, tampoco. María estuvo al pie de la cruz y sabe perfectamente lo que significa tomarla y seguir a su Hijo Jesús, que ella nos ayude. ¡Bendecido viernes!

Padre Alfredo.

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