A pesar de la autonomía que van a tener quienes ya estén comprometidos con el proyecto del Reino, todo discípulo–misionero va a necesitar recurrir a la oración personal y comunitaria, sin que este hecho se tenga que constituir en una manifestación candorosa o exclusivamente piadosa. La oración servirá para encontrar iluminación del Padre en medio de las persecuciones, saber cómo superar la soledad, sobreponerse a las tentaciones, organizar la fundación de nuevas iniciativas en favor del Reino, etc.
Jesús, en estas líneas, deja aclarado a quienes se adhieran a su propuesta de salvación que es al Padre directamente a quien deben pedir la ayuda requerida y lo harán en su nombre. El pedido debe ir siempre en dirección a que el compromiso adquirido con la entrega de la vida por la causa del Reino sea cada vez permanente. Luego, quien así lo quiera va a empezar a experimentar cómo su vida se inserta cada vez más en el proyecto de Jesús que también del Padre y del Espíritu, sintiendo cómo en los actos de su vida va día a día transparentando la Divinidad. ¿Cómo es nuestra oración? Que María santísima nos ayude a orar como Jesús quiere. ¡Bendecido sábado!
Padre Alfredo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario