Jesús, frente a la soledad que sabe que va a enfrentar, porque los suyos lo dejarán, recurre a la compañía del Padre. Esta conducta es una lección para la comunidad cristiana. Ella no debe quedar aplastada por la soledad, cuando le llegue la persecución. Cada vez que ésta la amenace, debe encontrar en la memoria del Maestro la lección: activar en su interior la presencia del Padre, que no la dejará sola. La soledad de la persecución, por no ser una soledad querida ni necesitada, lleva siempre la carga negativa del abandono, de la amenaza, del límite de la resistencia. Para Jesús, la solución está en saber vivir la presencia interior, amigable y tierna del Padre.
Varias veces, el Papa Francisco ha dicho que hoy más que nunca, la Iglesia es perseguida. Y esto es cierto, podemos constatarlo de muchas maneras, sobre todo la sutil indiferencia de muchos hacia la Iglesia, además de los ataques a sacerdotes y consagrados en algunos países. Si la comunidad católica primitiva, tuvo que afrontar muchas adversidades, hoy también los miembros de la Iglesia debemos ser valientes para vivir en plenitud nuestra fe. Jesús habla de una victoria pidiéndonos que tengamos valor. Él nos dice: «Yo he vencido al mundo». Venzamos nosotros también acompañados de María santísima y del testimonio de tanta gente que siga dando razón de su fe con valentía. ¡Bendecido lunes!
Padre Alfredo.
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