sábado, 2 de agosto de 2025

«EL JUBILEO»... UN PEQUEÑO PENSAMIENTO PARA HOY


Qué significativo me resulta que mientras en Roma se celebra este fin de semana el Jubileo de los jóvenes en el marco de este Año Santo, la liturgia de la Palabra de la Misa de hoy (Lv 25,1.8-17) nos presenta el origen del jubileo en el Antiguo Testamento. Eso me da la oportunidad y a ustedes junto conmigo, de reflexionar un poco en el sentido que un jubileo tiene para el hombre y la mujer de hoy. En el Antiguo Israel, el Jubileo se celebraba cada 50 años y ofrecía un reseteo total. La idea del Jubileo viene del Yobel (יובל) del Antiguo Testamento, que expresa el resonar del shofar «cuerno de carnero”». Este cuerno resonaba por todo el territorio para marcar el momento de regresar al orden establecido cada 50 años. Algunos expertos van un paso más allá y vinculan Yobel con el verbo hebreo «jabal», que significa «restituir» o «devolver». En todo caso, la idea la que nos remite es esta: restaurar lo que se había perdido.

Esta restauración hacía que la gente reconociera que la paz y la justicia solo eran posibles bajo una soberanía superior. Hasta la tierra descansaba durante el Jubileo, una práctica que debía expresar la confianza absoluta de todo el pueblo en que el sustento no venía solo del esfuerzo humano, sino especialmente de las bendiciones de Dios. Además, esta pausa servía para recordar que los israelitas no eran propietarios absolutos de los recursos que explotaban. El descanso, en este reseteo, también permitía reflexionar sobre lo que importaba de verdad. Era una oportunidad para volver a centrarse, reforzar compromisos y vivir según un sistema más justo. Otro aspecto central del Jubileo era la liberación de esclavos, una acción cargada de significado tanto práctico como espiritual. La misericordia, era el eje fundamental del Jubileo. Cancelar deudas, liberar esclavos, redistribuir recursos eran acciones que no se realizaban como meras transacciones. Eran recordatorios de un modelo donde los valores se imponían a la acumulación y el abuso. El Jubileo evitaba que las desigualdades se enraizaran. Renovaba las bases de una comunidad más equitativa. El Jubileo, en su origen y tal y como lo plantea el Antiguo Testamento, conectaba con la esperanza humana de un nuevo comienzo. 

El Jubileo Católico, está basado en este hecho histórico y es un evento trascendental dentro de la Iglesia Católica no cada 50, sino cada 25 años, invitando a los fieles de todo el mundo a un tiempo de renovación espiritual, reconciliación y encuentro. Este año el lema es, como he compartido en otras reflexiones: «Peregrinos de la Esperanza», un lema que en el Jubileo busca inspirar a las personas a reflexionar sobre la misericordia, la solidaridad y la construcción de un mundo más justo, a través de peregrinaciones, oraciones y acciones concretas que promuevan la unidad y el servicio a los demás. Como signo visible del inicio de este tiempo de gracia, se lleva a cabo la apertura de las Puertas Santas, un gesto simbólico que invita a los creyentes a vivir este tiempo con fe y esperanza. Todos los miembros de la Iglesia hemos sido invitados a ir a Roma, participar, cruzar la puerta santa y ganar la indulgencia plenaria que esto concede. Algunos ya hemos podido vivir esta experiencia y para cada una de las vocaciones, las etapas de vida y las ocupaciones, se va viviendo de forma diferente, muy espiritual, profunda e impactante, como sucede este fin de semana con la presencia de más de medio millón de jóvenes. ¿Esperarás 25 años si puedes peregrinar este? Pidamos a la Virgen, «Esperanza Nuestra» que nos ayude a aprovechar todas las gracias de esta fiesta. ¡Bendecido sábado!

Padre Alfredo.