Silvia Rodríguez González fue una hermana misionera que ví unas cuantas veces y que por lo tanto poco recuerdo, sin embargo, siempre que he escuchado hablar de ella a mis hermanas Misioneras Clarisas he recibido hermosos testimonios de su vida consagrada.
La hermana Silvia nació en Mazatlán, Sinaloa, México, el 21 de febrero de 1946. Fue hija de don Humberto Rodríguez y doña Leonor González con quienes vivió hasta que el 11 de enero de 1966 ingresó en la congregación de las Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento.
El 27 de agosto de 1967, inició su formación en el noviciado, después de haber superado satisfactoriamente la etapa inicial del postulantado. Hizo sus votos religiosos de manera temporal el 31 de octubre de 1971, votos que fue renovando año con año hasta consagrarse perpetuamente al Señor el 15 de agosto de 1976.
Silvia fue una misionera siempre llena de entusiasmo y de una alegría desbordante que sabía comunicar a quienes le rodeaban, ya que era la alegría de vivir plenamente para Dios como consagrada. Se caracterizó siempre por ser una mujer de iniciativa. Dinámica y siempre emprendedora, supo hacer uso del don de gentes que el Señor le regaló para acercar muchas almas al buen camino sobre todo de gente joven, para quien tuvo en todo momento un carisma especial.
Gran parte de su vida religiosa la pasó en las misiones de Chiapas, entregándose de lleno a nuestros hermanos indígenas que la acogieron como una de ellos apoyando desde allí no solamente el crecimiento espiritual de la obra de nuestra beata madre María Inés Teresa en esas hermosas tierras del sur de México, sino colaborando también a que las necesidades materiales se vieran solventadas.
Mujer de fe, supo combinar la vivencia de la vida espiritual con el dinamismo de la vida activa, echando mano de la vivencia de las virtudes recibidas en el bautismo y coronadas por su consagración religiosa, pues supo vivir de fe, llena de esperanza y activa en la caridad.
La hermana Silvia murió en Cuernavaca, Morelos, cuna de la Familia Inesiana el 19 de agosto de 1986. Sus restos, por razones particulares, descansan en la ciudad de Mazatlán, Sinaloa, en donde nació y en donde ahora hay una floreciente comunidad de Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento. Esos son los caminos de Dios, quién iba a pensar que sin darse cuenta y sin saber el futuro por asares del destino y más bien por esas llamadas «diosidencias», la hermana Silvia se convirtió en la semillita que luego florecería en la comunidad de Mazatlán.
Descanse en paz la hermana Silvia Rodríguez González.
Padre Alfredo.
Padre Alfredo.
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