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La amistad es una experiencia humana hermosa, enriquecedora, humanizante y digna de los mayores elogios. Cristo fue verdadero hombre, y no se privó de esta noble experiencia. Nuestro Padre Dios se presenta como amigo de los hombres: Él selló un pacto de amistad con Abraham, con Moisés, con los profetas... Al enviar a Cristo se mostró como amigo de los hombres. Por los Evangelios sabemos que Jesús dio a esta amistad de Dios un rostro de carne viniendo a ser amigo de los hombres. Pero tuvo, evidentemente, amigos especiales e hizo la experiencia gratificante de la amistad, por ser verdadero hombre.
Es verdad que Jesús ama a todos por igual, sin condicionamientos sociales, económicos o nacionales. Incluso ama a sus enemigos y ama a todos hasta la muerte. Su amor por todos los hombres no es un amor de sentimiento pasajero ni de expresiones exteriores tiernas y afectadas, su amor es de caridad, que encierra estas características ricas y valiosas:
Se dirige hacia los demás con un corazón abierto, sin aislarse o evadir el trato; va al encuentro de todos los que ama (cf Mt 11, 28). Cura, consuela, perdona, da de comer, procura hacer descansar a sus íntimos. Se compadece de quien está necesitado (cf Mt 9, 36). No discute con sus amigos; los corrige, pero no choca con disputas hirientes (cf Mt 20, 20-28). Se alegra con ellos en sus momentos felices (cf Lc 10, 21). Rechaza sus intenciones desviadas (cf Mt 16, 23). No desea nada de los hombres; no busca dar para recibir. Y cuando una vez busca consuelo en la agonía, no lo encuentra (cf Mt 26, 40). Se siente incomprendido por ellos, pero lo toma como parte de su cruz, pues aún no había venido el Espíritu Santo que les hiciera comprender todo (cf Jn 12, 24). Los ama sobrenaturalmente, no por sus cualidades humanas (cf Jn 13, 14). Pero también mantiene una distancia entre sus amigos y Él, pues su mundo está mucho más allá del de ellos (cf Jn 2, 25). ¿Ha habido hombre alguno en la tierra que haya amado a los hombres como Jesús?
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También el Evangelio nos deja ver que tuvo especial relación con tres apóstoles: Pedro, Santiago y Juan. En esta amistad descubrimos que busca la compañía para compartir momentos especiales, sean felices, como en la transfiguración, o tristes, como en Getsemaní. Amistad compartida. ¿Quién no recuerda la especial relación con los tres hermanos de Betania, Lázaro, Marta y María? Betania era uno de esos rincones donde Jesús descansaba y donde abría su corazón de amigo. Allí, Cristo tenía siempre la puerta abierta, tenía la llave de entrada; se sentía a gusto entre gente querida y que le estimaba.
Cristo tuvo amigos en todas las clases sociales y en todas las profesiones. Desde personas de gran prestigio social, como Nicodemo o José de Arimatea, hasta mendigos, como Bartimeo. ¿Quiénes son tus amigos como ministro extraordinario de la Comunión?
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Habría que preguntarse. como ministros extraordinarios de la comunión qué requisitos se necesitan para no salirse del círculo de amigos de Jesús. Jesucristo nos contesta en el Evangelio: "Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando" (Jn 15, 14). Ahí tenemos la clave. Si lo cumplimos, seremos sus amigos. Para ser amigos de Jesús, como hemos visto, no es suficiente un amor por encima que solamente se quede en la superficie. Hay que amar a Jesús con un amor de entrega total, porque Él nos amó hasta dar la vida. Jesús no quiere amigos de conveniencia, que sólo están con Él hasta el partir el pan, pero que le dejan solo y huyen cuando se aproxima la sombra de la cruz. Jesús no quiere amigos que se aprovechen de Él para conseguir los mejores puestos en el cielo. Jesús quiere amigos humildes, pacíficos, de alma pura y libre de ataduras mundanas. Sólo a éstos acercará Jesús a su divino corazón. El ministro extraordinario de la comunión, debe ser expresión de la amistad con Cristo cada vez que da la comunión, cada vez que llega a ver un enfermo, cada vez que su servicio es requerido y cada vez que se encuentra con alguien pro la calle. La amistad con Cristo debe marcar su vida con una sonrisa perenne que se reparte a todos los miembros de la comunidad eclesial dentro y fuera del templo.
*Este tema lo impartí el 13 de febrero de 2017 en la parroquia de Nuestra Señora de Fátima, en CDMX.
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