martes, 18 de noviembre de 2025

El Señor quiere hospedarse en nuestro corazón... UN PEQUEÑO PENSAMIENTO PARA HOY


Hoy por voluntad de Dios y como regalo de su infinita bondad concluye mi viaje más largo de este año que abarcó mi estadía en nuestras comunidades de El Tigre en Michoacán y Cuernavaca en Morelos. Fueron 20 días de gracia sumergido en el ambiente «Inesiano» de nuestra familia misionera en actividades con mis hermanos Misioneros de Cristo, luego con los Vanclaristas para rematar compartiendo ayer un día de fiesta con nuestras hermanas Misioneras Clarisas. Estoy ya en el caótico aeropuerto de mi querida «Selva de Cemento» —CDMX—que tengo tan abandonada y con ello a mis inapreciables amigos de acá, empezando por mi querido padre Abundio a quienes hace mucho no he podido ver. Llegué hace un ratito de la «Ciudad de la eterna primavera» contemplando que la avenida Gonzalitos en Monterrey, no le llega ni a los talones al lento tráfico de esta ciudad sumergida en la tolvanera de un parque vehicular incontable.

Quiero decirles que desde antes de que saliera el sol, en la Casa Madre ya estaba pensando nuevamente en Zaqueo, que hoy se me hace encontradizo en el maravilloso retazo evangélico de San Lucas (Lc 19,1-10) en la liturgia de la palabra de la misa. Y estaba pensando que creo que «yo le ando haciendo al Zaqueo». Y es que yo también entre la multitud, busco siempre a Dios, pero lo busco no trepándome a un árbol, sino buscando su mirada en cada misa y en cada visita al sagrario. Desde allí creo que como a este simpático hombre bajito el Señor me dice: «acércate Alfredo porque conviene que yo viva hospedado en tu corazón». Y, si no reacciono con premura, pierdo la oportunidad y entonces un corazón de un sacerdote que no hospede a Jesús es un corazón vacío... y en realidad el de todo bautizado.

Zaqueo deja entrar a Jesús en su casa y en su corazón, aunque no se sienta muy digno de tal visita. Yo tampoco soy nada digno. De hecho hay acciones que según yo hago en nombre de Jesús y no son bien recibidas o comprendidas incluso por gente «muy de Iglesia» que aspiran encontrarse con un sacerdote pluscuamperfecto que nunca se equivoque y que jale en todo momento 24/7. Creo que lo esencial en Zaqueo, en mí y en cada uno, es mantener siempre vivo el propósito de compartir lo que somos y lo que hacemos a la medida de nuestro alcance, aunque haya gente que de frente me ha dicho: «¡me has defraudado!» por no llenar sus expectativas. Yo sigo convencido de que necesito convertirme cada día como Zaqueo. Pensar en todo lo que tengo —que me viene de Dios— y es para darlo a los demás. Preparando mi reflexión de hoy me encontré con una máxima de san Máximo que dice: «Nada hay más querido y agradable a Dios como que los hombres se conviertan a Él con un arrepentimiento sincero». Estoy seguro que María me ayudará, porque no me deja ni un instante. ¡Bendecido martes!

Padre Alfredo.

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