lunes, 17 de noviembre de 2025

«ASÍ COMO BARTIMEO»... Un pequeño pensamiento para hoy


Todos sabemos que la calle es un lugar ordinariamente de mucho ruido. Hoy San Lucas sitúa a Jesús en la calle, en el camino, en una carretera (Lc 18,35-43) en un relato que aparece también en los otros dos evangelios sinópticos (Mc 10-46.52; Mt 20, 29-34). Jesús va caminando con sus discípulos entre un lugar llamado Jericó y otro del mismo nombre, como me acaba de suceder hace unos días con un sacerdote que nos dijo: «Soy de Jalisco, Nayarit»... y resulta que es de «Xalisco, Nayarit» —se escribe diferente pero se pronuncia igual—. También en Cristo existía esto, por eso Lucas dice que «antes de entrar a Jericó» y Marcos que «después de salir de Jericó», quien además nos dice que el ciego se llamaba «Bartimeo». Pero bueno, aquí lo interesante es que Jesús va de camino y que ante los insistentes gritos de un pobre ciego, él se detiene porque entre el ruido aquel hombre logra captar su atención.

El otro día alguien me preguntaba: —¿padre, usted cómo le habla a Jesús cuando reza? Y le dije: —así como te hablo a ti». —¿con esas palabras padre? —Pues con cuales querías que le hablara, le contesté. Yo no puedo imaginarme en discursos elaborados para hacer oración. Sí, ciertamente tenemos ya fórmulas elaboradas por grandes santos, por grandes místicos, pero a mi me sale gritarle a Jesús así como Bartimeo, que aprovechando que pasa por allí le hace ver su necesidad: «¡Señor, que vea!». ¿A poco no aprovechas tú cuando vas a alguna boda, un quinceaños, un funeral en alguna parroquia que no es la tuya para pedirle algo a Jesús que va pasando por allí por la celebración que acontece? Aquel hombrecillo simplemente estaba sentado al borde del camino tal vez hasta fatigado o aburrido y le dijeron quién era Jesús. Hoy podemos considerar nuestra vida reflejada en Bartimeo: como él, fatigados y sin vista, y como él, nos abrimos a Jesús, pidiéndole «ver».

Nunca debemos dejar de pasar la oportunidad de hacerle llegar a Jesús nuestro grito: «¡Señor que vea!». Que vea a la ristra de personas que a lo largo de mi vida me han ayudado a eso «a ver» la acción de Dios, que vea lo que hay en mi corazón y que deba ser cambiado, que vea la acción directa de Dios en mi vida en los momentos de oración íntima en contacto con él... «¡Señor, que vea!» A veces el mundo que nos rodea nos increpa a que nos callemos como a él. Pero nos da un gran ejemplo que percibimos muchas veces en un dicho popular: ¡Al que no habla, Dios no lo oye! Pidiéndole a María santísima que nos ayude a expresar nuestra necesidad a Dios como Bartimeo, trabajemos por animar a otros a hablarle a Dios así como este hombre, desde lo profundo del corazón. ¡Bendecido lunes!

Padre Alfredo.

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