Nuestra Señora del Rosario es uno de los títulos más amados por todos los fieles cristianos. Reiterando el rezo del saludo angélico del avemaría, con amor y sin cansancio, la invocamos suplicando su intercesión y su consuelo, su ayuda espiritual y material. Todos sabemos que al confiarnos a la Madre del Señor, nos sentimos cerca de su divino Hijo. El Rosario es una oración de orígenes históricos que se remonta al siglo IX, pero hunde sus raíces en la revelación bíblica y el los relatos evangélicos de los misterios de Cristo, a los que Dios ha querido asociar a la Madre del Señor. Es una plegaria que engarza las rosas de cada una de las avemarías para formar un ramillete de cincuenta avemarías por cada una de las tres partes del rosario, que en el siglo XV puso en práctica Alán de Rupe siguiendo la devoción mariana de santo Domingo de Guzmán.
Todos sabemos que la fiesta de la Virgen del Rosario fue instituida por el santo papa Pío V en el aniversario de la batalla de Lepanto (7 de octubre de 1571), que la tradición piadosa atribuye al auxilio de la Madre de Dios, habiendo obteniendo la cristiandad la victoria sobre los enemigos mediante el rezo del Rosario. Como día especial fue instituido por el Santo Papa Pío V en el aniversario de esa batalla. El rezo frecuente, e incluso diario, del Santo Rosario ha marcado durante siglos la piedad del pueblo de Dios, y el rosario se ha convertido en la plegaria que aúna la fe profesada y la fe vivida en brazos de María y junto a su corazón. Que el rezo del rosario nos ayude a acercarnos a Cristo y en él al designio de Dios para nosotros, en el que se encierra nuestra felicidad eterna. ¡Bendecido sábado y felicidades a toda nuestra comunidad parroquial de Nuestra Señora del Rosario en San Nicolás!
Padre Alfredo.
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