En el Evangelio de hoy, Jesús se queda con éstas últimas, porque las primeras tres se han llenado de soberbia y cerraron sus oídos a las enseñanzas de Cristo. Para Jesús el punto de referencia del hombre, en cuanto a su verdadero valor, es el juicio de Dios que ve a lo profundo del corazón y juzga en el amor. Esta apreciación «del punto de vista de Dios» es a menudo bastante diferente de las apreciaciones corrientes del mundo: las ciudades paganas, que no recibieron tanta predicación como las cristianas, serán tratadas menos severamente que las ciudades privilegiadas por una escucha de Dios más abundante, aunque no eran aún evangelizadas. ¿Estoy convencido de esto? Y si es así, ¿qué exigencia me sugiere?
Después de esto, en la parte final de este trocito evangélico, son sorprendentes las palabras con las que Jesús destaca la grandeza de la tarea apostólica o misionera de sus seguidores: es una participación a la misión misma de Jesús. Dios quiere necesitar de nosotros. Siempre hay hombres y mujeres por los cuales habla Dios. Que María nos ayude a saber escuchar a quienes debemos y a ser también nosotros, personas que seamos capaces de hablar en nombre de Dios. ¡Bendecido viernes!
Padre Alfredo.
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