Con una analogía, «la señal de Jonás», y dos ejemplos, «la reina del Sur» y «los ninivitas», Nuestro Señor responde de manera categórica a los que, en lugar de escuchar el mensaje, se dedican a comprometer la empresa de Dios entre los hombres: «Porque de la misma manera que Jonás fue una señal para los habitantes de Nínive», invitándolos a la conversión, «así va a serlo también el Hombre para esta generación. La reina del Sur se pondrá en pie en el juicio para carearse con esta generación y hará que la condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y hay más que Salomón aquí. Los habitantes de Nínive se alzarán en el juicio para carearse con esta generación y harán que la condenen, porque ellos se arrepintieron con la predicación de Jonás, y hay más que Jonás aquí» (11,30-32).
«Escuchar» la sabiduría del mensaje de Jesús, superior a la de Jonás, es la invitación que dirige Él mismo a todo hombre de buena voluntad. Hay que ver que los dos ejemplos han sido tomados intencionadamente a partir de personajes ajenos a la promesa hecha a Israel. Se han invertido los términos: los dirigentes religiosos y los responsables políticos de Israel serán condenados por el testimonio de extranjeros, considerados por ellos como depravados e incrédulos. «La vida da muchas vueltas», solemos decir. Y ciertamente al dejar entrar a Cristo a nuestras vidas, las cosas toman un giro nuevo que muchos no supieron ni han sabido entender. Que María, la Madre del Señor, interceda por nosotros para que seamos capaces de entender. ¡Bendecido lunes!
Padre Alfredo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario