jueves, 1 de junio de 2023

«Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote»... Un pequeño pensamiento para hoy


No puedo negar que me encanta leer y escribir desde que era pequeño, aunque nunca he escrito un libro ni creo que en mi vida llegue a hacerlo, pues no es lo mismo escribir un pequeño artículo que una obra completa. Digo esto porque seguramente mis 3 o 4 lectores habrán extrañado que he dejado de compartir mi pequeño pensamiento cada día, a pesar de que he recordado que, como tengo tantos compromisos fuera de Monterrey desde mayo hasta julio de este año, se me dificulta cargar con lo necesario para armar el pequeño escrito que, aunque no lo crean, me lleva tiempo. Hoy tengo la oportunidad de compartir unas cuantas líneas celebrando este día maravilloso que la Iglesia en México dedica a la fiesta de «Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote». Creo que desde mañana y hasta el domingo, podré ser constante.

Esta festividad tiene sus orígenes en la celebración del sacerdocio de Cristo que se realiza en la Iglesia desde siempre, pero que en diócesis cobró una forma particular al dedicársele un día del año en particular. Después de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II esta fiesta ha venido recibiendo un impulso creciente. En algunas diócesis se le denomina «Jornada por la santificación de los sacerdotes». San Juan Pablo II, en su encíclica «Ecclesia de Eucharistia» señalaba que «el Hijo de Dios se ha hecho hombre, para reconducir todo lo creado, en un supremo acto de alabanza, a Aquel que lo hizo de la nada… De este modo, Él, el sumo y eterno Sacerdote, entrando en el santuario eterno mediante la sangre de su Cruz, devuelve al Creador y Padre toda la creación redimida. Lo hace a través del ministerio sacerdotal de la Iglesia y para gloria de la Santísima Trinidad».

El Evangelio de este día (Lc 22,14-20) nos invita a adentrarnos en el asombroso corazón sacerdotal de Cristo. Dentro de pocos días, la liturgia nos llevará de nuevo al corazón de Jesús, pero centrados en su carácter sagrado. Pero hoy admiramos su corazón de pastor y salvador, que se deshace por su rebaño, al que no abandonará nunca. Un corazón que manifiesta «ansia» por los suyos, por nosotros: «Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer» (Lc 22,15). Este corazón de sacerdote y pastor manifiesta sus sentimientos, especialmente, en la institución de la Eucaristía, por eso hoy les invito a rezar, bajo el amparo de la María, por todos los sacerdotes para que no nos falte la Eucaristía nunca. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico en este día de fiesta!

Padre Alfredo.

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