Cuando uno se acerca al corazón de los pequeñitos, en el momento de la confesión, percibe con gusto que estas personitas, de corazón limpio, tienen siempre muy buenas intenciones en su corazón y unos sufren porque en su entorno no ven una conexión entre lo que aprenden en el catecismo y lo que ven en sus casas. Por desgracia, algunos de ellos, no regresarán a la Iglesia a comulgar hasta el día que se casen, y si son niñas, tal vez a la misa de sus XV años, que por cierto, cada vez hay menos.
Hoy escribo muy poco, pero guardando en mi corazón el rostro de cada uno de estos pequeños, ilusionados por este día tan especial para el que se han preparado, algunos tres años y otros dos... Pero contemplando el corazón inmaculado de María, ante una realidad que no se puede ocultar, de la lejanía de tantos adultos de laIglesia, le pido que le ruegue a su Hijo Jesús por los papás y tutores de estos niños para que no los alejen del hermoso y valioso camino de fe que han emprendido. ¡Bendecido sábado!
Padre Alfredo.
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