domingo, 11 de junio de 2023

«Misereando atque eligendo»... Un pequeño pensamiento para hoy


La vocación de Mateo es el tema que toca el Evangelio de este domingo (Mt 9,9-13) y en torno a la cual quiero compartir mi reflexión para este día. El llamado vocacional de san Mateo es sumamente interesante, pues en primer lugar tenemos que ver que no se trata de un pescador, como es el caso de la mayoría de los apóstoles, sino de un cobrador de impuestos, tarea que era muy mal vista por los judíos del tiempo de Cristo, ya que era prácticamente un venderse al imperio que había conquistado aquellos territorios. Esto nos enseña que Jesús, para seguirlo, llama a quien él quiera porque es siempre incluyente.

En el relato llaman la atención especialmente tres momentos: la llamada, el banquete y la revelación de Jesús que parece culminar los dos momentos anteriores. Y todo esto está en un escrito muy parco en palabras. Quizá porque es el mismo Mateo quien lo narra, nos refiere solamente que Jesús se acercó al lugar donde estaba y le dirigió una escueta invitación: «Sígueme» (Mt 9, 9). Es ésa una palabra profundamente significativa. El maestro va buscando seguidores. El verbo «seguir» encierra, como se sabe, un resumen de todas las actitudes que se requieren del discípulo del Maestro, que invita siempre a compartir la vida con él, por eso la razón del banquete en el que Jesús se revela como el Salvador.

Basado en este texto del Evangelio está el Papa Francisco eligió el lema de su escudo que en latín dice: «Misereando adque eligendo» —Lo iró con misericordia y lo eligió— y que es una expresión que san Beda el Venerable, reflexionando en este pasaje evangélico anota., quien, comentando el episodio evangélico de la vocación de san Mateo, escribe: «Vidit ergo Iesus publicanum et quia miserando atque eligendo vidit, ait illi Sequere me —Vio Jesús a un publicano, y como le miró con sentimiento de amor y le eligió, le dijo: Sígueme—». (Hom. 21; CCL 122, 149-151). A nosotros también Jesús nos invita a seguirle. No lo dejemos con la invitación en la mano, pidamos a María Santísima que nos ayude a ir tras de él. ¡Bendecido domingo!

Padre Alfredo.

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