jueves, 22 de abril de 2021

«El Pan de Vida, la Eucaristía y la Palabra»... Un pequeño pensamiento para hoy


El Evangelio de hoy (Jn 6,44-51) sigue en la misma sintonía de estos días en que hemos estado leyendo el capítulo 6 de Jesús en el discurso del Pan de Vida. Los discípulos–misioneros tenemos motivos para alegrarnos y sentir que estamos en el camino de la vida, que ya tenemos vida en nosotros, porque nos la comunica el mismo Cristo Jesús con su Palabra y con su Eucaristía. La vida que consiguió para nosotros cuando entregó su carne en la cruz por la salvación de todos y de la que quiso que en la Eucaristía pudiéramos participar al celebrar el memorial de la cruz. Cuando celebramos la Eucaristía, acogiendo la Palabra y participando del Cuerpo y Sangre de Cristo, tenemos la suerte de que sí «vemos, venimos y creemos» en él, le reconocemos, y además sabemos que la fe que tenemos es un don de Dios, que es él que nos atrae. La Eucaristía es anticipación de la gloria celestial: «Partimos un mismo pan, que es remedio de inmortalidad, antídoto para no morir, para vivir por siempre en Jesucristo», decía San Ignacio de Antioquía. La comunión con la carne del Cristo resucitado nos ha de acostumbrar a todo aquello que baja del cielo, es decir, a pedir, a recibir y asumir nuestra verdadera condición: estamos hechos para Dios y sólo Él sacia plenamente nuestro espíritu.

Este tema del «Pan de Vida» nos invita a reflexionar sobre los grandísimos regalos que tenemos los católicos. La Eucaristía, como encuentro personal con el Señor, y la Palabra de Dios reflexionada en comunidad. Estos dos regalos maravillosos constituyen el «Pan de Vida» en la medida que se acepte el camino de Jesús: el camino de la entrega personal y la cruz. Otros caminos conducen únicamente a las seguridades en las que se endurecen los oyentes de Jesús, incluidos los discípulos. Al final, sus seguidores se escandalizan de la predicación y lo abandonan. En definitiva verán a Dios exclusivamente los seguidores que sean capaces de reconocerlo en el crucificado, porque no puede haber Pascua si no hay crucifixión.

El que está con Cristo y cree en él tiene la vida eterna y la resurrección. Sabemos que para vivir es necesario el pan de cada día. Para tener la vida eterna es necesario este pan de la Eucaristía y este pan de la Palabra que nos ofrece Jesucristo en un banquete suculento como el que la sabiduría del Antiguo Testamento ofrecía a sus devotos. Aquí la sabiduría es Jesucristo, una sabiduría nada teórica, nada intelectualista. Todo lo contrario: la sabiduría de Cristo nos da la vida en plenitud que es el amor. El verdadero amor, que para ser amor a Dios tiene que ser, necesariamente, amor al prójimo, al hermano cercano. ¿Y qué ser humano no es para nosotros cercano en estos tiempos de pandemia? Que no nos falte el pan de la Palabra y el pan de la Eucaristía para estar fuertes y firmes en la fe. Le pedimos a María Santísima, la primera que escuchó la Palabra y la hizo vida y la que nos trajo en Pan de Vida, que ella nos ayude. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!

Padre Alfredo.

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