Iniciamos el mes dirigiendo nuestra mirada hacia el Evangelio del día de hoy (Lc 21,29-33) en el que Jesús insiste en la atención que hay que dar a los signos de los tiempos y en la esperanza, fundada en la su Palabra. Es bueno recordar cómo todo el capítulo 21 de Lucas no busca generar temor ante «lo que pasará» sino más bien, ayudar a las comunidades a leer sus penurias con lentes de esperanza. Frente a los «adivinos», que son pesimistas y ven el vaso medio vacío, que viven lamentándose de que el planeta se está envenenando por culpa de la ceguera humana y anunciando catástrofes a la vuelta de la esquina, Jesús nos enseña hoy a considerar la vida presente como algo pasajero. En este mundo vamos de paso.
Jesús no quiere que nos desentendamos de nuestro compromiso, sino que valoremos aquello que siempre perdura: el amor y la vida, porque más allá de los aparentes signos de muerte y destrucción, es bueno afirmar con fuerza que en todo ser humano existe esa semilla del Reino que, tocada por la gracia, puede brotar y desarrollarse. Por eso, al llegar al último mes del año, hemos de ver cómo hemos aprovechado hasta ahora este tiempo que Dios nos ha regalado para estar en la tierra como caminantes que vamos de paso. De la mano de María hoy nos podemos preguntar: ¿soy testigo de esperanza en medio de las situaciones de muerte que aparecen a mi alrededor? ¡Bendecido viernes, primer día del mes de diciembre!
Padre Alfredo.
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