¿Qué consecuencias nos trae asumir en profundidad este misterio ante desafíos como el del calentamiento global y la destrucción de la naturaleza que afecta especialmente a los más pobres y vulnerables de nuestro planeta... ante la guerra, que parece no acabar nunca... ante el descarte de tanta gente que la sociedad materializada no contempla como productiva? Hay que dejarnos interpelar por Dios y escuchar el grito de la madre tierra que recibe al Redentor.
La encarnación de Jesús tiene su origen en el amor apasionado del Dios Trino por toda su creación: «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su propio Hijo». La beata María Inés Teresa quedó embelesada con este misterio y meditó sobre el gran regalo del amor de Dios que no se contentó con crear el mundo, sino que quiso hacerse uno de nosotros y asumir plenamente la realidad humana. Con ella y bajo la protección de María, la Virgen expectante, abramos nuestro corazón para que Dios mismo se revele en nosotros y nos transforme según su benévola voluntad. ¡Bendecido martes!
Padre Alfredo.
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