Hoy es Navidad y hace días que no tocaba la computadora porque no encontraba el espacio de tiempo necesario para eso. Los preparativos de la llegada de Jesús de Nazareth, que ha nacido para llenarnos de luz... ¡me traía de un ala! Las diversas oraciones de las Misas para esta solemnidad —vísperas, noche, aurora y día—, me han llevado mucho a pensar en Cristo como luz que viene a iluminar las tinieblas de este mundo. ¡Qué dichosos debemos sentirnos de poder ser luz por haber conocido a Cristo y haberlo recibido en el pesebre de nuestro corazón!
Vivamos con una inmensa alegría, una alegría desbordante estos días de la Octava de Navidad. En el niño de Belén, Dios ha venido a nuestro encuentro para iluminarnos y hacernos protagonistas de la vida que nos rodea. Se ofrece para que lo tomemos en brazos, para que lo alcemos, lo abracemos y lo mostremos al mundo, muchas veces oscuro, que nos rodea a los creyentes. En este niño, Dios nos invita a hacernos cargo de la esperanza que alumbra el camino al cielo. Pidámosle a María, que nos permita abrazar a su Hijo Jesús en este recién nacido Niño de Belén. ¡Feliz Navidad!
Padre Alfredo.
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