La oración colecta de la Misa de hoy nos invita a adentrarnos en la realidad de la segunda venida de Cristo, que pondrá de manifiesto la realidad de cada uno. La oración pide al Padre misericordioso que, consolados por la presencia de Cristo, que ya viene, no nos manche algún contagio del antiguo pecado. Esto lo pedimos porque es fácil caer en la falsedad de que esta conversión, esta vuelta hacia Cristo, es algo que se hace con nuestras fuerzas, a través de los propios méritos y no de la gracia que Dios nos infunde.
Cristo ya ha vencido a la muerte, ha vencido sobre el pecado que nos esclaviza y nos mata en vida. Entonces, esta conversión debe expresarse en un abrir el corazón al amor de Dios, en hacer su voluntad, que es el sumo bien. El Espíritu Santo, que baja en Pentecostés, y que es recibido en el bautismo, es la vía para entrar en esta comunión con Dios y aceptar dócilmente su voluntad en un camino de conversión a ser buenos, para ser santos. Que María santísimo nos ayude a no distraernos y trabajar con entusiasmo en nuestra conversión para recibir a Cristo llenos de amor. ¡Bendecido martes!
Padre Alfredo.
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