martes, 26 de diciembre de 2023

«En el día de San Esteban»... Un pequeño pensamiento para hoy


La liturgia de estos días de la Octava de Navidad, que celebra la Navidad en ocho días al modo de las grandes fiestas que se preconizaban en el Antiguo Testamento, es muy variada y nos va llevando por diversas celebraciones en torno a las gracias que hemos recibido los discípulos–misioneros de Cristo a raíz de su encarnación y nacimiento entre nosotros. Así caminaremos hasta el 1 de enero en que celebraremos la solemnidad de María, la Madre de Dios y cerraremos estos días de fiesta. Solamente dos grandes acontecimientos se celebran con una Octava: la Navidad y la Pascua.

Hoy, a un día de haber festejado el nacimiento del Mesías Salvador, la Iglesia nos invita a contemplar la persona de Esteban, el primer mártir —protomártir— de la Iglesia y a divisar, con él, el Cielo que nos ha prometido Cristo y al que todos somos invitados a llegar. Esteban es, para todo creyente, la expresión más clara del mandamiento y testimonio de Cristo que dio su vida por nuestra salvación. Él murió por Cristo y murió perdonando y amando a sus enemigos, esos que lo apedrearon despiadadamente. De hecho la Oración Colecta de este día nos invita a aprender de él, que oró por sus enemigos, a amar aun a nuestros enemigos. Según San Gregario de Niza, en los primeros siglos cristianos se quiso solemnizar en torno a Navidad a los grandes Santos que fueron los primeros testigos de Cristo y Esteban es el primero entre ellos.

Entre la fiesta de Navidad y la de San Esteban, existe una profunda conexión en el orden de la santidad y la gracia. Cristo, nacido para nuestra salvación, se sitúa en el centro de nuestro camino hacia la perfección. San Esteban fue el primero en seguirle al Señor por este camino de santidad. Fue su testigo a través de su palabra valiente, de su servicio desinteresado a los pobres como diácono, de su constancia durante el proceso del juicio que le hicieron y sobre todo por su muerte heroica. Su figura se agranda y se ilumina a la luz de Cristo, que vino al mundo gracias al «sí» de María que, con Esteban, nos invita también a nosotros a decir que «sí». ¡Bendecido martes de la Octava de Navidad!

Padre Alfredo.

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