Misterio Altísimo, Trinidad incomparable,
humildemente vengo a darte las gracias por los infinitos bienes
con que tu Divina Providencia me ha colmado.
Ingrato sería si no viniese a rendir
ese justísimo acto de gratitud.
Acéptalo no sólo por mí,
sino también por mis familiares
que abundan en su reconocimiento
a la prodigalidad de tu bendita y sacrosanta mano.
Te pido rendidamente por todos mis bienhechores,
por todas las personas que, en tu infinita gracia,
han intervenido proporcionándome
los medios de subsistencia,
socórrelos y protégelos.
A mí, hazme digno de tu protección,
iluminándome con la antorcha de la fe,
para que mientras sea peregrino de este mundo,
constantemente pondere tu grandeza.
Acepta todos los trabajos y sacrificios
que tenga en este mes,
los que anticipadamente te ofrezco
y que en tu nombre llevaré con resignación.
Dame tu Santísima Bendición en el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Tu Divina Providencia se extienda a cada momento,
para que nunca nos falte: casa, vestido y sustento.
* Oración con licencia eclesiástica del 21 de marzo de 1942.
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