Las novenas más comunes tienen la aprobación eclesiástica, pero no un lugar propio y establecido en la liturgia. Es decir, no son parte de la oración oficial de la Iglesia. Aunque las novenas son muy antiguas, no fue sino hasta el siglo XVII que la Iglesia formalmente concedió la primera indulgencia a una novena en honor a San Francisco Javier, otorgada por el papa Alejandro VII.
Un origen de las «Novenas» es la novena hora de oración para el pueblo de Israel. La novena hora en la sinagoga era una de las horas especiales de oración, como lo ha sido la hora nona (novena) en la Iglesia. Rezar durante nueve días tiene una base bíblica. Una novena de oración fue la que hicieron los apóstoles como preparación a la venida del Espíritu Santo. Se sabe que entre la Resurrección y la Ascensión hay 40 días; y hay nueve días entre la Ascensión y Pentecostés. ¿Qué hicieron los apóstoles en ese lapso de tiempo? En esos nueve días los apóstoles hicieron oración para esperar una gracia muy especial: La venida del Espíritu Santo. El mismo libro de los Hechos nos dice: “Todos ellos se reunían siempre para orar con algunas mujeres, con María, la madre de Jesús…” (Hech 1, 14). Por eso la novena tomó un sentido de anticipación y preparación a una fiesta.
La «Hora nona», en la Iglesia católica, es una de las horas de oración de la Liturgia de las Horas que se reza a diario a las 3 de la tarde; la hora en que murió Jesucristo. Por esto el número nueve indica dolor y sufrimiento. Se reza durante nueve días, además, porque según algunos Padres de la Iglesia y los monjes de la Edad Media, el nueve denota imperfección y se refiere a los hombres. El diez es el mas alto y perfecto y por eso se refiere a Dios. La novena simboliza la imperfección humana que busca a Dios. (cf. Jerome, loc. cit.; Athenagoras, "Legat. pro Christian.", P.G., VI, 902; Pseudo-Ambrosius, P.L., XVII, 10 sq., 633; Rabanus Maurus, P.L., CIX, 948 sq., CXI, 491; Angelomus Monach., In Lib. Reg. IV, P.L., CXV, 346; Philo the Jew, "Lucubrationes", Basle, 1554, p. 283). Jesucristo mismo, en la revelación a Santa Margarita Alacoque recomendó la celebración de nueve primeros viernes de mes consecutivos (cf. Vermeesch, "Pratique et doctrine de la dévotion au Sacré Coeur de Jésus", Tournai, 1906, 555 sqq.).
El rezo de una «Novena» requiere humildad, confianza y perseverancia, tres importantes cualidades de la oración eficaz. Innumerables santos rezaban novenas con gran devoción y a través de los siglos muchos milagros se han logrado con la oración de novenas. Si existe algún contenido distante de la liturgia o de la doctrina, sería conveniente dar aviso a la autoridad eclesiástica para que el abuso no propicie falsas devociones, errores teológicos y así la novena no se convierta en superstición, solamente para buscar un deseo personal sin abrir el corazón a Dios y someterse a su voluntad, rezando de manera egoísta o caprichosa.
Generalmente las novenas están estructuradas siguiendo la misma línea de estructura, aunque a veces varía ligeramente: 1. La oración inicial para cada día, que nos dispone para lograr una apertura de corazón al actuar de Dios y obtener su gracia. 2. La meditación diaria, en la que nos adentramos en descubrir cómo por medio de la virtud de Cristo, la Virgen o el santo o beato a quien pedimos intercesión, podemos fortalecer nuestro vínculo con el cuerpo de Cristo y podemos crecer en santidad. 3. La oración especial para cada día, con la petición que se hace, cuyo objetivo es afirmarnos en la reflexión que acabamos de meditar y lograr en nosotros una verdadera comunión con Dios a través de la intercesión de los santos. 4. El compromiso. En algunas novenas, se pide realizar algún acto espiritual o caritativo que perfeccione y lleve al orante a actuar como Cristo con los demás.
Así que hermanos, tenemos una gran riqueza en las novenas y una oportunidad única de interactuar en la comunión de los santos, al mismo tiempo que esperamos de parte de Dios nos conceda las gracias solicitadas.
Alfredo Delgado, M.C.I.U.
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