sábado, 18 de octubre de 2025

«¡Que no falten obreros para la mies!»... Un pequeño pensamiento para hoy


Por fin he encontrado un espacio de tiempo para compartir mi reflexión. En primer lugar pídanle a Dios que no resulte como mi homilía de ayer, que parecí interminable, y no porque no pudiera aterrizar, sino por el cúmulo de ideas venidas de lo alto que invadían mi desacertado corazón. No es fácil partir de un Evangelio como el de ayer (LC 12,1-7), con unos fariseos como protagonistas apoltronados como ejemplo de la hipocresía reinante en el corazón de tanta gente soberbia y arrogante que a veces se infiltra aún en la Iglesia. Hoy el Evangelio es diferente (Lc 10,1-9), nos habla de un realidad que también, como la de ayer, subsiste en la Iglesia: la necesidad de orar por las vocaciones.

La mies sigue siendo abundante y los obreros cada vez más pocos, pero el Señor sigue pidiendo, con insistencia, que confiemos en Él, porque la obra de la salvación es suya, pero no quiere hacerla sin sus instrumentos, que somos cada uno de nosotros que hemos de confiar en Él, apoyándonos no en nuestras seguridades, sino sólo en Él, aún en medio de la oscuridad, porque Él está por encima de todo obstáculo. Los llamados somos cada uno de nosotros, bautizados gracias a la misericordia del Padre en el Hijo por el Espíritu Santo y enviados a conquistar el mundo para su amor. Dios anhela y espera que nos lancemos a sus brazos providentes y misericordiosos y nos pongamos en camino, sin descentrarnos ni distrayéndonos con nada que pueda dificultar el seguimiento de la persona de Jesucristo.

Escribo estas líneas en el último asiento de un autobús rumbo a Asís, en Italia. Vamos al encuentro de tres grandes bautizados que supieron responder al llamado: San Francisco, Santa Clara y San Carlo Acutis. Ellos, cada uno en su condición particular, entendieron que anunciar a Jesucristo y su  Evangelio, es un mandato, un envío, no una ocurrencia salida de la propia iniciativa. Los tres se sintieron pequeños ante el tamaño inmenso del calibre de la llamada, pero no se desanimaron a la hora de dar testimonio como bautizados, con valentía, porque ante las contrariedades, Jesús siempre estará con nosotros y pondrá en nuestro corazón y en nuestros labios lo que necesitamos para responder. Ciertamente el Señor confía más en nosotros, que nosotros en Él, como confió en Francisco, en Clara, en Carlo… en María Santísima, jovencita también como estos tres. Que Ella y estos tres santitos que nos esperan en Asís, intercedan y nos alienten a seguir pidiendo que no falten obreros en la mies. ¡Bendecido sábado!

Padre Alfredo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario