lunes, 6 de octubre de 2025

LA CASA DE LOS FAMOSOS Y EL BUEN SAMARITANO... Un pequeño pensamiento para hoy

Luego de varios días de haber dejado de compartir con ustedes, mis 14 lectores, mi reflexión por cuestiones de salud, retomo con gusto este «hobbie espiritual» que tanto disfruto, no sin antes agradecer el tropel de oración que se aventaron por un servidor. Para alguien que desde que fue sacado artísticamente con fórceps del vientre materno y cuyos recuerdos de niño tiene que ver mucho con el hospital, los doctores, las enfermeras y Lucita, la señora que inyectaba, no deja de ser sorpresiva la visita inesperada de Dios en situaciones de cirugías por más pequeñas que sean. Hoy el Evangelio Lc 10,25-37) es maravilloso como siempre y me ha hecho pensar en un acontecimiento que más que nuestras fiestas patronales en torno a la Virgen del Rosario, conmocionó a todo México y paralizó miles de actividades en toda la nación; incluso, seguramente, más que el informe presidencial. Me refiero a «La Casa de los Famosos». Seguro quien lea en otros países no sabré de qué hablo. Se trata de un programa como aquel famoso «Big Brother» pero con influencers de moda y artistas que con pena digo, me son totalmente ajenos por mi ignorancia televisiva.

Las parábolas de Jesús eran menos inocuas de lo que a primera vista. Siempre llevaban mucho detrás. Este lunes, la del «Buen Samaritano» es sensacional para abrirnos los ojos a una realidad: «¡Hemos dejado de voltear a ver al hermano necesitado!». Jesús propone esta parábola para responder a la pregunta «quién es mi prójimo». Ayer, 43 millones 150 mil votos de gente que estaba pegada al televisor desde sus hogares, habla de una situación que es de pensar. Pasando de largo ante 8.5 millones de seres humanos en situación de miseria —según datos del INEGI—, miles y miles de enfermos sin posibilidad de comprar medicamento, cientos de ancianos descartados y 4.4 millones de personas analfabetas que difícilmente encontrarán un empleo digno... nos hemos convertido en «Buenos Samaritanos» de gente que en ese reality ganaba entre $630,000 y $70,000 pesos. La diferencia es que el buen samaritano de la parábola no se preguntó por la procedencia del apaleado, no le pidió papeles. Se dio cuenta de que allí había sufrimiento y era preciso intervenir de inmediato. Más tarde volvería y arreglaría los asuntos con el hospedero.

Por ser una persona hiperactiva, ha sido complicado, desde pequeño, tenerme sentado frente al televisor, así, que, por lo mismo, nunca he visto un reality de ningún tipo. Pero bien sé que están envueltos en un aire de superficialidad y falta de contenido de baja calidad. Algunos amigos psicólogos me dicen que se provoca la manipulación haciendo que el auditorio vibre con el odio hacia algunos participantes fomentando dinámicas perjudiciales. Leyendo al eminente sociólogo y filósofo Zygmunt Bauman (1925-2017) uno alcanza a ver que en medio de la sociedad líquida en la que vivimos, este tipo de entretenimiento va moldeando la percepción de la realidad influyendo en los valores y comportamientos de la sociedad. La Casa de los Famosos batió nuevamente récords de métricas digitales como negocio exitoso. El ganador se llevó 4 millones de pesos más lo que ya ganaba cada semana... ¿Y quiénes perdieron? Tal vez entre ellos esté la multitud que con las bocinas de los carros que están pagando hasta el día del juicio final, a todo lo que da y acompañados de porras a todo pulmón, se lanzaron anoche a festejar en la Macroplaza de Monterrey porque el ganador fue alguien de aquí, mientras los necesitados de alguna ayuda económica, una caricia, un poco de comida, un abrazo, un rato de escucha, una llamada de consuelo, etc. Se quedaron tirados en el camino. Quizá para algunos hubiera sido conveniente que no me recuperara para volver a escribir, pero yo creo que ustedes, mis 14 lectores, me darán la razón. Que la Santísima Virgen, a quien mañana contemplaremos como Nuestra Señora del Rosario, la excelsa mujer que comparte con nosotros los misterios de la vida, nos abra los ojos y el corazón. ¡Bendecido lunes!

Padre Alfredo.

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