A veces escribo de cómo en la sociedad descristianizada que vivimos se ha perdido el cariño, el respeto, la admiración, la ayuda a los sacerdotes y a los consagrados. Anoche este jovencito y esta mujer madura me callaron la boca. Creo que tanto en la Ciudad Eterna como en el resto del mundo, seguirá brillando la bondad, la compasión, la misericordia como una estrellita que ilumina los momentos de dolor, de congoja, de angustia de muchos misioneros que parecería que vagamos por el mundo sin ton ni son a expensas de lo que el Señor nos tenga. «Confianza y más confianza» decía la beata María Inés. Por cierto que hoy celebramos a un santo obispo que vivió así, con la confianza puesta en Dios. Me refiero a San Rafael Guizar y Valencia, quien en medio de aquellos años de la persecución religiosa en México vivía a la expectativa de la misericordia de Dios para poder mantener el seminario clandestino que tenía y para no ser reconocido por los perseguidores cuando vestido de médico, vendedor o músico se adentraba sigilosamente en los domicilios donde había enfermos para auxiliarlos... ¡Dios no abandona!
El salmo responsorial de la Misa de esta fiesta, nos invita a reconocer al Señor como Pastor que, con su bondad y su misericordia nos acompaña con cariño providente. La frase que se repite hoy como estribillo: «El Señor es mi pastor, nada me faltará», nos hace reflexionar en que tener a Dios como guía y proveedor es suficiente para satisfacer todas las necesidades esenciales de lo que en el momento necesitamos. Y es que estoy seguro de que si por la sobreventa del vuelo 071, la hermana se hubiera tenido que quedar, no hubiera faltado la asistencia divina para sobrellevar esos inesperados momentos. Cierto que el momento que vivimos fue angustiante... ¡cómo la íbamos a dejar! El salmo detalla cómo Dios guía a sus ovejas a lugares de descanso, las protege, renueva su fuerza, las consuela en la adversidad y las acompaña en su camino de regreso a casa y nosotros, ya vamos de regreso a casa. Que esos santos confiados, como Rafael Guizar y María Inés Teresa nos ayuden a confiar como ellos. ¡Bendecido viernes ya en mi México lindo y querido!
Padre Alfredo.
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