El Papa León, acaba de presentar esta mañana en Roma su primera exhortación apostólica titulada «Dilexit te». Un documento inicialmente empezado por el Papa Francisco sobe al Iglesia y los pobres. Lo he leído ya, pues ya bastante mejor, salí temprano de casa rumbo al aeropuerto para montarme en este Boeing Max 737-8 Max y continuar esta noche en el avión más grande de Aeroméxico rumbo, precisamente, a la Ciudad Eterna a participar en el Jubileo de la Familia Inesiana. Allá el Santo Padre ha celebrado en este día la Misa del Jubileo de la Vida Consagrada y nos ha recordado, con las tres palabras clave del Evangelio de este jueves (Lc 11,5-13), «Pedir», «buscar» y «llamar», que sin Dios nada tiene sentido, nada vale y el «pedir», «buscar» y «llamar», hacen referencia a esta verdad. Si pedimos, con ojos de fe, Dios nos dará lo que nos conviene, si buscamos con esperanza viva Dios nos ayudará a encontrar lo que queremos alcanzar y si llamamos a la puerta de su corazón, nos abrirá con exquisita caridad.
Al leer «Dilexit te», en consonancia con este Evangelio, uno puede captar algo muy importante. Para poder «pedir», «buscar» y «llamar» a la compasión de Dios, uno tiene que reconocerse pobre, necesitado se su gracia. Y para eso hay que ser humildes, como el hombre que, con insistencia, molestando como es obvio al amigo que sabe, que, por la misericordia que le conoce, le abrirá. Por supuesto que Jesús no está diciendo con esta parábola, que los creyentes siempre obtengamos lo que pedimos; los motivos equivocados, por ejemplo, obstaculizarán las respuestas a cualquier petición (St 4,3). Sin embargo, cuanto más tiempo pase un hombre y una mujer en comunión con Dios, más sabrá qué es lo que le pedir de acuerdo con la voluntad de Dios.
«Pedir», «buscar», «llamar». No olvidemos estas tres palabras sentidos diferentes que se consideran aquí como algo esencial y que han de mover nuestro corazón para acercarnos a Dios. «Pedir» es verbal; los discípulos–misioneros de Cristo debemos usar nuestras bocas y pedir a Dios con ganas. «Buscar» implica algo mental que es, diríamos, más que pedir; es establecer prioridades y enfocar el corazón. «Llamar» implica un movimiento físico, en el que hemos de actuar... ¡Moviendo las manitas!, diría el padre Pepe. Aunque pedir y buscar son de gran importancia, estarían incompletos sin moverse a llamar. San Juan dijo que no debemos amar solo de palabra, sino también con las obras (1 Jn 3,18). De la misma manera, es bueno orar y buscar a Dios, pero si no se actúa también de manera que agrade a Dios, todo es en vano. No es casualidad que Jesús dijera que los creyentes deben amar a Dios con todo su corazón, con toda alma, con toda su mente y con todas sus fuerzas (Lc 10,27). Que María Santísima nos acompañe en este santo insistir. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!
Padre Alfredo.
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